Una visita al barrio de Caballito permite, al menos por unas horas, regresar a la Buenos Aires de principios del siglo XX. Allí, vecinos y turistas pueden disfrutar de un paseo a bordo del tramway histórico de Buenos Aires.
Los recorridos se realizan a bordo de los viejos coches construidos por la Argentine Tramways Co., más conocido en su época como Preston, nombre de la ciudad inglesa donde se encontraban los talleres de esta compañía británica que los fabricaba.
Fue desde allí que se enviaron coches a nuestro país hacia 1913. El objetivo: inaugurar la mítica línea A de subte, una de las más antiguas de América Latina, que desde aquel tiempo hasta la actualidad corre por debajo de la avenida Rivadavia.
Algunos relatos de la época describen con fascinación cómo los vagones del tramway emergían desde el subterráneo en Primera Junta para recorrer luego las calles de aquel Caballito aún suburbial, y que llegaban incluso hasta Floresta y el Bajo Flores.
En el camino de vuelta, los coches descendían bajo tierra para transportar pasajeros al centro de Buenos Aires. Eran tiempos del legendario boleto obrero, que entre las 5 y las 7 de la mañana y después de las 16 costaba la mitad de la tarifa normal.
Aquel espectáculo urbano duró hasta 1961, cuando por orden del Poder Ejecutivo se decidió anular todo servicio de tranvía. La modernización, al parecer, excluía uno de los transportes públicos más querido por los habitantes de Buenos Aires y, sin dudas, el más pintoresco.
Pero, como suele ocurrir, lo que queda grabado en la memoria colectiva tiene una segunda oportunidad. Por ello, y gracias a la inestimable y muy perseverante acción de la Asociación Amigos del Tranvía, cuatro de los coches fueron rescatados del olvido y restaurados en base a fotos y testimonios de la época.
Así, en el taller el Polvorín, que se encuentra muy cerca de la estación Primera Junta, la gente de la asociación logró restituir los coches al aspecto original (con su fileteado y su color celeste) con el que llegaron desde el otro lado del Atlántico hace ya casi un siglo.
Los servicios parten cada veinte minutos desde la esquina de Emilio Mitre y José Bonifacio, en pleno corazón de Caballito. El paseo continúa por las avenidas Rivadavia, Directorio y la calle Hortiguera.
El tranvía recorre algunas de las arterias típicas de un barrio que, si bien en los últimos años tuvo un crecimiento demográfico notable, aún conserva sus antiguas casonas, petit hotels y una arboleda singular que le regalan a la zona una identidad muy particular.
El tramway de Caballito resulta una salida ideal para hacer una pausa y volver a una ciudad de ritmos más reposados. Es que el tranvía no sólo nos transporta, con su cadencia, en el espacio. Subir a uno de esos coches nos ayuda a viajar también en el tiempo.