En Recoleta el arte no está sólo encerrado entre las paredes de un museo, sino que sale al verde de las plazas para convivir con los ciudadanos y los visitantes de Buenos Aires.
En el siempre colorido y siempre amable barrio de Recoleta encontramos una nueva propuesta que embellece el espacio público. Relacionado con el arte y el diseño (en una zona de pocas cuadras se encuentran, por ejemplo, el Buenos Aires Design, la feria de Plaza Francia, el Museo Nacional de Bellas Artes, hoy Recoleta exhibe al aire libre diferentes esculturas.
Mirar de nuevo
Es un lugar por el que circulan incontables habitantes y visitantes de la ciudad de Buenos Aires. Lo enmarcan dos de las avenidas más transitadas de la ciudad: Av. Del Libertador y Figueroa Alcorta.
Como tantos, habíamos rozados esas esquinas infinidad de veces: ya sea para visitar el Museo Nacional de Bellas Artes, para recorrer la feria que los fines de semana se organiza en Plaza Francia, para asistir al predio municipal de exposiciones, para pasear. Pero algo nuevo hizo que prestáramos atención a un espacio que siempre habíamos pasado por alto, otra de las plazas de esta zona verde. De eso se trata el proyecto: de resignificar un lugar de todos.
El Paseo de Esculturas
Se trata de la plaza Rubén Darío, ubicada en Av. Del Libertador y Austria, un espacio verde que se encuentra al costado del Museo Nacional de Bellas Artes. Como si un lugar cerrado (por grande y apropiado que fuera) no bastara para contener el arte, las esculturas escaparon hacia un espacio vivo, donde crece el pasto y por donde circulan las personas.
A partir de junio de 2009, el gobierno de la ciudad de Buenos Aires decidió dedicar esta plaza al primer paseo estable de esculturas en el espacio público de la capital. El paseo se inauguró con una muestra dedicada a las Obras Monumentales hechas con acero de Bastón Díaz.
Entre corredores con equipo deportivo y auriculares, perros que pasean, infinidad de autos, turistas extranjeros con sus cámaras digitales y peatones de todo tipo, recorrimos este rincón vivo y embellecido que nos recuerda todo lo que puede ser un espacio que existe para todos.
Una nueva flor
Cruzando la avenida Figueroa Alcorta podíamos ver el otro gran monumento que completa este paseo: la Floralis Generica.
Esta escultura de 23 metros de alto fue donada a la ciudad por el arquitecto argentino Eduardo Catalano en 2002. A diferencia de las obras del Paseo de Esculturas, que están dispuestas por toda la plaza para interactuar con la vida de la ciudad, la Floralis Generica, con toda su monumentalidad, se encuentra dispuesta en el centro de una plaza de cuatro hectáreas, cuyo diseño se creó especialmente para exhibirla.
El día y la noche del metal
En el centro de la plaza de las Naciones Unidas, sobre una fuente redonda de agua, con el verde y la imagen de toda la ciudad que se refleja en sus pétalos plateados, la Floralis Generica desembarcó en Buenos Aires con pretensiones de convertirse en otra de esas fotos que identifican la ciudad en una postal. A algunos porteños no termina de convencerlos; a otros, sí. Tal vez porque es algo nuevo, tal vez porque es algo diferente.
La enorme estructura cuenta con un mecanismo que articula sus seis pétalos para que se abran al amanecer y vuelvan a cerrarse con el caer de la noche. Cuando el capullo está cerrado, un juego de luces se enciende para resaltar los efectos de la escultura. El paseo alrededor de la Floralis permite apreciarla desde todos sus ángulos.
Más allá de lo que signifique o pueda significar esta escultura, su presencia atrapa las miradas y permite un rincón aislado y contemplativo en el centro de la ciudad. Vale la pena visitarla.