Se trata de ponerse el chaleco de explorador y buscarlas como si fueran un tesoro. Pero también se las puede observar en las vitrinas de un museo diseñado especialmente para admirarlas.
Encontrarlas junto al río.
Charly, quien desde hace años se dedica a realizar esta excursión y jura que es una de las que más le gusta, nos había indicado que al paraje se lo conocía como “Los Troncos Petrificados” y que este nombre se debía a parte de lo que podríamos observar una vez iniciada la cacería.
La “cacería” no era otra cosa que introducirnos en la ribera del río y caminar deteniéndonos en las piedras o fósiles que iban apareciendo a nuestro paso. De diversos tamaños, formas y colores, cada una de estas hermosas piedras es una huella del pasado, capaz de brindarnos un ADN perfecto de su formación y su antigüedad.
La cacería comenzó en una antigua cantera de canto rodado en donde todos los presentes comenzamos a buscar parte del tesoro del que antes habíamos escuchado en la perfecta lección de piedras que nos dio nuestro guía.
Ahí estábamos buscando ágatas, jaspes y troncos petrificados pertenecientes a los árboles más característicos de la zona, incluso a palmeras yatay, las protagonistas más significativas del Parque Nacional El Palmar.
Algunas de ellas fueron en un primer momento frutas tropicales que pasaron a ser piedras, por el simple correr de algunos millones de años, y conservaron formas y colores que las transforman en verdaderas joyas, aunque su valor histórico y natural no puede ni debe medirse en dinero.
Buscarlas dentro del museo
A escasos kilómetros de la ciudad de Colón se encuentra el camino que conduce a la vecina villa de San José.
Antes de llegar a la misma es posible encontrar un pequeño cartel que anticipa: “Museo de Piedras Preciosas” y hay que doblar a la derecha para, luego de transitar unos cuatrocientos metros, introducirse en este verdadero paraíso.
Allí aparece Selva Gayol, que no es otra cosa que un magnífico reservorio de piedras semipreciosas donde es posible encontrar las distintas variedades de piedras y troncos petrificados que forman parte de la formación geológica de la provincia de Entre Ríos.
Entre estas verdaderas obras de arte de la naturaleza aparece la famosa piedra “Caperucita y el Lobo”, en la que puede verse a simple vista la figura del famoso dibujo tallada de manera increíble por la acción de la naturaleza.
Pero, además de esta famosa piedra, aparecen otras de igual belleza y trazados increíbles. Muchas de ellas incluso conservan agua dentro de sí. Vale la pena acercarse a este verdadero centro de interpretación del pasado. Sus dueños logran meternos en una máquina del tiempo, ponen como fecha elegida la formación geológica de toda la región y luego nos traen al presente para mostrarnos nuevamente alguno de sus tesoros.