Mientras comenzábamos a recorrer la ex bodega Giol, uno de los clásicos que tiene Maipú, observamos que un grupo de turistas hacía una visita guiada a bordo de varias mountain bike y con un guía que, también en bici, lideraba el grupo.
Al ver esto, entendimos en forma inmediata por qué en diversos caminos y rutas de Maipú es común ver grupos de ciclistas: se trata de turistas que están conociendo y deambulando por bodegas, olivares y cuanto prestador turístico tenga algo para mostrar.
Nuestro amigo Edgardo fue guía de alta montaña y es desde hace años uno de los emprendedores locales que durante todo el año guía a grupos de turistas de todo el mundo (cualquiera sea el idioma que hable el grupo) a realizar los distintos tours del vino y el olivo, siempre en bicicleta.
Su microempresa, llamada Maipú Aventuras, brinda la oportunidad de salir a pedalear por las bodegas más representativas de Maipú para conocer la historia del vino en Argentina, sin dejar de lado pequeños emprendimientos familiares del vino y de la vid que abren sus puertas a esta nueva forma de hacer turismo.
Luego de escuchar la propuesta que Edgardo nos tenía preparada, quedamos en encontrarnos a primera hora del día siguiente para compartir junto a un grupo de turistas esta singular aventura.
Puntuales, esperábamos en la calle Ozamis al 1000 que los visitantes comenzaran a llegar hasta el punto de partida, en este caso la ex bodega Giol. Además de ser la primera bodega que se recorre, posee una historia rica en anécdotas y glorias que merecen conocerse.
De allí, cruzando la calle nomás, entramos pedaleando al Museo del Vino y la Vendimia de la ciudad de Maipú, otro de los hitos de esta ciudad que hay que visitar para entender por qué el vino es tan importante en este país.
Entre pedaleada y descanso, pedaleada y descanso, fuimos conociendo la historia fundacional de Maipú y sus bodegas, así como todo lo que se refiere a la producción de vinos orgánicos y de aceites de oliva.
“Las degustaciones son increíbles, permiten conocer los sabores de cada lugar, las diferencias”, comentaba a viva voz una de las turistas del grupo mientras disfrutábamos de una copa de vino orgánico en una finca muy, pero muy familiar.
Luego de relajarnos, volvimos a subir a las bicis, pero esta vez para conocer una boutique olivícola, donde tuvimos la suerte de aprender cómo es el proceso del cultivo de aceitunas y cómo de estas se extrae luego el aceite de oliva y otros productos antes de esta experiencia hubieran resultado impensados para nosotros.
Edgardo nos tenía preparado un verdadero festín cuando lentamente nos acercábamos a la hora del almuerzo. “Vamos a ir a un lugar especial, donde se puede almorzar junto a las vides que tan famosa han hecho esta parte del mundo. No hay nada parecido a comer allí”, dijo nuestro amigo.
Después de oír sus palabras, el grupo de ciclistas comenzó una pedaleada ininterrumpida hasta el establecimiento, en este caso perteneciente a una de las familias más conocidas de Maipú, los Cecchin.
Cuesta contar con palabras, y no quedarse corto, el momento vivido. Luego de aparcar las bicicletas, procedimos a sentarnos bajo la sombra de un árbol centenario, donde se disponen distintas mesas para degustar los platos y acompañamientos típicos de la zona.
Aceitunas, aceite de oliva y por supuesto distintas variedades de vinos orgánicos se fueron sucediendo junto a las entradas y los platos principales. Este momento sublime termina con un grupo de postres sencillamente perfectos.
Luego de un merecido descanso, la vuelta hasta el lugar de partida la hicimos pedaleando mucho más despacio, pero con la seguridad de que al final del recorrido nos esperaría un verdadero premio por este día de aventura: una cerveza tirada en La Báscula, otro de los paraísos que tiene Maipú.