Las calles arenosas que recorren el bosque bajo la sombra de su frondosa arboleda llevan a destino pero además estimulan a recorrerlas por el solo hecho de disfrutar del entorno.
En Mar de las Pampas, al amparo de acacias, eucaliptos, cipreses y pinos, se despliega un plano de calles que no están alineadas en damero como en otras ciudades. El área urbana forestada respeta los designios de una naturaleza pródiga en verdes que acompaña viviendas y zonas residenciales.
Así diagramada, las calles rectas y curvas recuerdan nombres de estrellas y constelaciones, músicos, escultores y personajes argentinos que, con sus acciones, le dieron relieve a la zona y trascendieron en el mundo.
Recorrimos las cuatro avenidas que sirven de eje ciudadano: Cruz del Sur, El Lucero, Del Plata y Juan de Garay. El resto de las arterias, más cortas o más largas, se unen con las principales y desafían al visitante a entender cómo tomarlas sin perderse.
Victoria Ocampo, Mercedes Sosa, Carlos Gesell, Lola Mora son los nombres que fueron elegidos para recordar a famosos y empaparse de su vida rica en obras concretadas a lo largo de los años.
Muchas de las manzanas creadas al inicio de la urbanización quedaron demasiado espaciosas y dieron lugar a calle internas sin salida, ideales para las caminatas más que para circular a motor. Esta es otra de las apetencias de quienes viven en forma habitual en Mar de las Pampas: promover el movimiento interno dejando el auto en el garaje, salvo que por alguna razón sea imprescindible.
En varios puntos, esta villa residencial está surcada por médanos, además de por los que están en contacto con la playa y el mar. Las casas particulares, cabañas y apart hoteles siguen los lineamientos de este escollo natural y logran de esa forma una aldea encantadora.
En Mar de las Pampas no existen las veredas y esto aumenta la necesidad de andar despacio, compartiendo sus calles apacibles y el canto de los pájaros.