Como el día estaba espléndido decidimos conocer los alrededores de la ciudad. Del Reptilario de Oberá nos fuimos por la Ruta Pcial. Nº 103 con rumbo sur, ya que la idea era dejarnos deslumbrar por la frondosa vegetación que se multiplica hacia todas las direcciones del lugar.
Luego de transitar 4 km, durante los cuales cruzamos el irregular terreno obereño, encontramos la entrada al Complejo Turístico Salto Berrondo, un lugar que a primera vista parecía un simple camping municipal.
Entramos en él y para nuestra sorpresa, resultó ser mucho más que eso. Este complejo posee un amplio parque, un hermoso lago, canchas para la práctica de deportes, área de camping, pileta de natación, senderos para realizar trekking, quinchos con parrillas, sanitarios y un espectacular salto de agua de 15 m de altura al que le debe su nombre el centro turístico.
Comenzamos a recorrerlo y no tardamos mucho en ponernos en contacto con la naturaleza. Sitios así hacen que uno se “desenchufe” rápidamente de la vorágine diaria, caminando por el verde césped, sintiendo el sol en el rostro y escuchando el graznido de los pájaros.
Unas risas que provenían de un quincho ubicado por allí cerca llamaron nuestra atención y, sin abandonar del todo nuestra timidez, nos acercamos para ver qué sucedía. Así conocimos a los miembros de la colectividad ucraniana, quienes se preparaban para dar un gran banquete, pero al estilo argentino –con asado, ensaladas y vino tinto–.
La imagen fue irresistible: una mesa plagada de gente feliz jugando al truco, mientras otros se encargaban de desparramar las primeras brasas de lo que sería el “asadito”, mujeres conversando y varios niños jugueteando por los alrededores. Instantáneas que merecían ser capturadas por nuestra máquina fotográfica.
Al enterarse de que las fotos serían publicadas en Internet, no dudaron ni un instante. Con mucha predisposición, montaron la puesta en escena para que pudiéramos congelar el particular momento.
Luego de un par de tomas, nos despedimos de nuestros singulares modelos. La intención ahora era caminar por el sendero que nos conduciría hasta el Salto Berrondo.
El caminito es de baja dificultad, en forma de rampa, por lo que no presenta desniveles, muy por el contrario, entre tramo y tramo posee unas acogedoras terrazas de descanso en forma de miradores, desde donde se obtiene una hermosa vista panorámica.
Durante el trayecto reparamos en los ejemplares de canela blanca y negra, helechos, cocús, tacuapís y lianas que se regaban por el sector.
Casi sin darnos cuenta llegamos hasta el Berrondo y todo se transformó en admiración. El salto caía estrepitosamente ante nuestra mirada y su frescura nos invadió casi automáticamente.
Es difícil describir lo que se siente ante un espectáculo de esa naturaleza. Los estados de ánimo siempre intervienen en este sentido, pero no se puede negar que, fusionar un salto de agua, rocas y selva puede arrojar un resultado extraordinario.
Luego de unos minutos, en los que nuestros sentidos descansaron observando el notable juego de la naturaleza, volvimos para el quincho donde estaba la colectividad ucraniana, esperándonos con un delicioso asado.