Avistaje de ballenas en Valdés

A 97 kilómetros de Madryn nos embarcamos en busca de una aventura única e irrepetible: avistar a la ballena franca austral. Entre saltos y colas erguidas sobre el agua, aprendimos sobre sus hábitos y costumbres. Los ballenatos -crías recién nacidas- se acercaron a nuestro bote.

Puerto Madryn conforma el mayor centro de servicios turísticos de la costa patagónica y es, además, la puerta de entrada a la península de Valdés, lugar donde se presenta uno de los espectáculos más colosales y admirados del mundo: el avistaje de la ballena franca austral.
Las ganas de encontrar la línea del horizonte a través del inmenso mar Argentino y de observar estos magníficos cetáceos nos llevaron a hacer este viaje.

Llegamos por la noche. La entrada de la ciudad es una revelación en sí misma. Desde la alta meseta patagónica observamos la panorámica de miles de luces que se desparramaban por doquier. La visión nos dió una idea más acabada sobre el tamaño del lugar que estábamos visitando.

En esta oportunidad nos alojamos en el Apart Ty Coed. En este moderno y cálido complejo descansamos del agotador viaje, recobrando las energías para disfrutar la intensa jornada que nos esperaba a la mañana siguiente.

  • Entre saltos y colas erguidas sobre el agua

    Entre saltos y colas erguidas sobre el agua

  • Deleitándonos con el maravilloso show

    Deleitándonos con el maravilloso show

  • Una madre, con su ballenato recién nacido

    Una madre, con su ballenato recién nacido

  • Curiosas particularidades de estos gigantescos cetáceos

    Curiosas particularidades de estos gigantescos cetáceos

  • Una imágen que las distingue

    Una imágen que las distingue

Las ganas de remolonear se fueron con la caliente ducha y el exquisito desayuno preparado por el personal del apart. Tostaditas calientes, medialunas caseras, dulce de leche y de sauco, más el aromático café negro, saciaron el apetito matinal.
Puntualísima, la gente de Tito Botazzi nos pasó a buscar con el transfer. Eran las 7.30 de la mañana.


Camino a Puerto Pirámides

Dejamos la ciudad a través de la ruta provincial 1. El paisaje desolado, de pura estepa patagónica a nuestra izquierda, se balanceaba con el azul profundo del océano que se regaba a la derecha del vehículo que nos transportaba.

Tomamos la ruta provincial 2 con rumbo al istmo Carlos Ameghino, único vínculo entre la península y el continente. En su parte más angosta posee seis kilómetros. En este punto se logra observar los dos golfos que lo flanquean: el San José –al norte– y el Nuevo –al sur– hacia el cual nos dirigíamos.

Pagamos la entrada a la Reserva Faunística y continuamos hasta Puerto Pirámides, único enclave urbano de toda la península desde donde salen las expediciones para realizar el ansiado avistaje de ballenas embarcado. Para este entonces habíamos recorrido 97 kilómetros hasta el destino.


Momento de zarpar

A este punto del país llegan miles de turistas de todas partes el mundo, deseosos de acercarse a los gigantescos cetáceos y obtener “la fotografía” del salto o de su enorme aleta caudal elevada.
El contagioso entusiasmo se transmitió a todo los presentes. Fuimos provistos de capas impermeables y chalecos salvavidas. El día era cálido, la temperatura agradable, pero el viento que provenía del Este nos anunciaba que no realizaríamos el avistamiento que esperábamos. De todas maneras nos adentramos en las profundas y saladas aguas del mar.

Las ballenas francas pueden observarse de junio a diciembre, época en que se acercan a las costas del Golfo Nuevo para aparearse o para dar a luz a sus crías.
Salimos en la cómoda embarcación y no tardamos demasiado en observar a la primera ballena que se acercó a nosotros curiosa.
Para nuestra sorpresa, una colosal mole oscura emergió bruscamente a la superficie del agua para caer nuevamente en ella, realizando un estruendo inverosímil, tal vez indicándonos: “Hola humanos, aquí estoy”.

Mientras observamos el espectáculo, el guía de la embarcación nos contó algunas de las características más importantes de estos grandes amigos.


Danzando en el mar

“La ballena franca austral presenta un cuerpo curvado y no posee aleta dorsal. Las hembras adultas miden entre 13 y 16 metros, en tanto que los machos alcanzan sólo 12. Los adultos pueden llegar a pesar entre 30 y 40 toneladas.” – explicó el guía.
“En la boca, que tiene forma curva, se disponen unidas a la mandíbula superior, unas 260 placas o barbas córneas, llamadas originariamente baleen, de donde proviene el nombre castellano ballena” –añadió.

Continuamos navegando. De pronto, otra ballena asomó sobre el agua su gigantesca cola, de unos cinco metros, y permaneció con la cabeza abajo durante varios minutos, abandonada a los caprichos de los vientos.

Luego tuvimos la suerte de observar una madre, con su ballenato recién nacido. Su gestación dura doce meses y por igual período de tiempo la hembra amamanta al ballenato, que en el momento de nacer mide cinco metros y medio.
Cuando estos animales están en capacidad de reproducción regresan, con intervalos de tres años, al área de península de Valdés, buscando aguas seguras y tranquilas para parir otra cría.
El guía continuó con su magistral charla: “En la parte superior de la cabeza poseen unas callosidades que son su “sello de identificación”, como las huellas digitales, ya que no existen dos marcas iguales.”
Supimos que detrás de las callosidades se encuentran los espiráculos, los orificios por los que el animal respira y desde los cuales expulsa violentamente el aire de sus pulmones.

Un dato interesante que queremos comentar es que a fin de evitar alteraciones durante la época de cría y reproducción, la provincia de Chubut permite la navegación únicamente en el Golfo Nuevo y sólo a embarcaciones de empresas turísticas, que deben poseer también la debida autorización de la Prefectura Naval Argentina, por lo que el avistamiento se encuentra totalmente regulado para proteger la integridad de las ballenas francas, declaradas Monumento Natural en el año 1984.
Así continuamos el avistaje, deleitándonos con el maravilloso show que se brindaba ante nuestros sentidos.

Podemos contar miles y curiosas particularidades de estos gigantescos cetáceos, como su forma de reproducción, nacimiento, hábitos, pero mejor lo dejamos para que ustedes lo descubran y aprendan cuando vayan a visitarlas.
Observando y aprendiendo sobre ellas, el tiempo –una hora y media aproximadamente– se nos escapó como el agua entre los dedos.

Autor Marcelo Sola Fotografo Jorge González

Contacto de la excursión o paseo


Avistajes Bottazzi

1º Bajada al mar, Puerto Pirámides, Chubut, Agentina

Teléfono Teléfono: +54 280-4474110 Celular Celular: +54 280-4363690


Peke Sosa

2º Bajada al mar, Puerto Pirámides, Chubut, Agentina

Teléfono Teléfono: +54 280-4495010

Tipo de tourTipo de tour: Avistaje de ballenas
DificultadDificultad: Baja
DuraciónDuración: 1 hora y media.
HorarioHorario: Los botes que realizan avistaje parten desde Puerto Pirámides a las 10, 12, 14 y 16 horas aproximadamente.
Cómo llegarCómo llegar: Saliendo de Puerto Madryn por la ruta prov. 1 y luego por la nº 2, tras recorrer 77 km se arriba al Istmo Carlos Ameghino, desde el cual se divisa el Golfo San José y el Golfo Nuevo. Del Istmo hasta Puerto Pirámides se debe recorrer 20 kilómetros con dirección este hasta Puerto Pirámides.

Desde Viedma se debe tomar la ruta nac. 3 hacia el sur, pasando por el cruce de Las Grutas, hasta el cruce con la ruta 2 la cual se toma hacia el este hasta Puerto Pirámides, repitiendo el camino que describimos en el párrafo anterior.

Ubicación


Que hacer en Puerto Madryn


Hoteles y alojamientos en Puerto Madryn

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