La zona encierra opciones realmente extraordinarias para bucear. Una de ellas: bucear con lobos marinos, un clásico de la región.
El buceo con lobos marinos se realizó sin restricciones hasta principios de los años `80 y fue durante las décadas siguientes que se prohibió el desarrollo de la actividad por falta de estudios correctos.
Para algunos, era más fácil prohibir que ponerse a pensar realmente en los daños que pudiera ocasionar esta actividad.
Hoy la situación ha cambiado por completo y la actividad se practica en las inmediaciones de Punta Loma y en la colonia de lobos marinos de Punta Ameghino, con algunas restricciones que tienen que ver con el tiempo de la inmersión y con un entrenamiento especial que reciben los guías denominado “Especialidad de Buceo con Mamíferos Marinos”, que además de lobos incluye la interacción con ballenas y delfines.
Las salidas se realizan generalmente por la mañana y la navegación hasta el lugar no supera los 30 minutos. El tiempo de inmersión promedio estimado es de 45 minutos y los animales no se pueden tocar, aunque muchas veces buscan “mimos” en el buceador, una forma de manifestar su afecto por el extraño que bucea en su hábitat.
Los primeros que se acercan al buceador generalmente son los lobos juveniles, los más curiosos, y que muchas veces se encuentran supervisados por los adultos que vienen detrás.
El espectáculo es realmente único y hay que vivir la experiencia para entenderla y contarla a otros buceadores.
La Capital Nacional del Buceo
Estando en Puerto Madryn, meca del buceo argentino por la variedad de propuestas y la calidad del servicio, no dudamos en sumergirnos en sus aguas cristalinas y descubrir un nuevo paraíso submarino.
En medio de una diversa fauna submarina, descubrimos por qué este es un destino muy codiciado para practicar buceo. Conocida como la Capital Nacional del Buceo, Puerto Madryn es la perla de la actividad.
Los lugares para bucear son múltiples y variados, así como la cantidad de operadores que se dedican a organizar la actividad. Las invitaciones no faltaron, pero como no queríamos gastarlas todas en un solo viaje, decidimos aceptar la de Lobo Larsen y Master Divers y dejar para otra oportunidad las que nos hicieron Aquatours Buceo, Madryn Buceo, Hydrosport, Botazzi y Golfo Azul.
Es hora de sumergirnos
Realizadas las explicaciones del caso, nos juntamos bien temprano frente al edificio de la Prefectura Naval Argentina con Marcelo Corral y su equipo de colaboradores. El día comenzó tranquilo. El sol en el horizonte aún teñía de rosa las aguas del Mar Argentino.
Subidos a la lancha, con un océano ameno y con la camaradería que caracteriza a los buzos, partimos con rumbo a donde haríamos nuestra inmersión. El destino fue Punta Cuevas, en el Parque Nuevo de Buceo, ubicado frente a las costas del Ecocentro.
Armamos el equipo de buceo, previa revisión de nuestro instructor sobre sus dos componentes más críticos: el tanque y el regulador.
Uno, dos, tres, al agua…
Abandonamos la nave y nos colocamos sobre la balsa flotante. Arrojamos una soga y poco a poco comenzamos a descender. De esta manera nos aseguramos una buena compensación.
Luego de descender diez metros, un mundo nuevo, lleno de vida y de colores, se presentó ante nosotros. Rápidamente entendimos el porqué del nombre del lugar donde estábamos buceando: Punta Cuevas.
Este lugar es un muy buen sitio para quienes comienzan a experimentar con la actividad. Está constituido por una formación rocosa natural y pequeña a sólo 200 metros de la playa. Entre las cuevas y bajo los típicos aleros de las restingas encontramos gran cantidad de peces. Los meros, muy confiados, estaban dispuestos a aceptar una cholga de nuestra mano.
La fauna marina de este lugar incluye cocheros, chanchitas, besugos, turcos, salmones anémonas y cangrejos, entre los más deseados. Fue muy divertido observar cómo desaparecían automáticamente las anémonas una vez que las tocaban nuestros dedos.
De pronto, una elástica figura de gran porte se quedó observándonos en el fondo y, casi sin darnos cuenta, se aproximó a gran velocidad. El pequeño susto pasó cuando nos dimos cuenta de que una juguetona cría de lobo marino se disponía a hacer de las suyas a nuestro alrededor. Luego de unos instantes, pareció cansarse de los extraños visitantes y se fue.
Volver, siempre se piensa en volver
Continuamos buceando. Es muy difícil describir la sensación que se tiene al bucear en esta agua de bajas temperaturas. Todo es más lento, más brillante, las algas son más verdes y todo se traduce en paz y armonía. El lugar se transforma en un sitio que es difícil dejar.
Luego de 45 minutos de buceo, subimos a la superficie sumamente satisfechos. Aunque ya era mediodía y un asado espectacular nos estaba esperando en el local comercial, nos rehusábamos a volver a tierra firme.