El avistaje de aves, además de la observación de flora y fauna, resulta ideal para internarse en la selva salteña. Instantes irrepetibles que sólo tienen replay a través de la fotografía.
Con la cámara en mano
El silencio nos invadió a todos. Una enorme garza blanca caminaba sigilosamente por una pequeña playa del cristalino río Juramento.
Una tupida pared de helechos nos permitía apenas una pequeña e incómoda perspectiva de la situación. Cámara en mano, todos esperábamos ponerla en foco lo antes posible.
Sabíamos que en cuestión de segundos el ave levantaría vuelo y la perderíamos de vista. Si el gatillo de nuestra cámara era eficaz y rápido, la garza se materializaría en una hermosa fotografía.
No pudo ser, antes de que cualquiera pudiese hacer foco, el enorme pajarraco sintió nuestra presencia y voló desesperadamente para refugiarse dentro de la selva.
A pesar de la frustración, todos anotamos en la ficha que nos había entregado el guía el tipo de ave reconocida, la hora y el lugar y también pusimos un “No” donde la ficha decía “¿Pudo fotografiarla?”.
Hacía tan solo media hora había empezado el paseo y en ese tiempo observamos más de veinte aves, entre las que se destacaban tucanes, pavitas de monte, teros, charatas y pájaros pequeños y coloridos como chingolos, pepiteros de collar y pepiteros grises, e incluso el huidizo fruterito de las yungas, además de bandadas de grandes loros verdes que sobrevolaron nuestras cabezas prácticamente durante todo el avistaje.
Aves acuáticas como la garza mora, el chiflón, la garza blanca grande, la garza bruja, además de chiricotes, patos maiceros y patos colorados, iban quedando registrados en nuestros negativos a medida que transcurría la cacería fotográfica.
¿Qué es un safari fotográfico?
Los safaris fotográficos permiten al hombre interactuar con la naturaleza sin dañarla en lo más mínimo. Por el contrario, el respeto es sin dudas el primer requisito que se pide a los turistas que quieran formar parte de los avistajes.
Se trata de internarse por distintos ámbitos de la selva salteña que prácticamente permanecen vírgenes de la presencia humana. Para ello es necesaria la presencia de guías o lugareños que conozcan el terreno a la perfección, así como las especies que lo habitan regularmente.
Este rincón de Salta posee una vegetación densa y tropical que se desarrolla plenamente. Es posible observar grandes árboles como nogales, cedros, robles, laureles, palos borrachos blancos y rosados que alternan su presencia con arrayanes, guayabos y helechos de todos los tamaños.
No faltan las lianas y enredaderas de tamaños increíbles, coloreadas por flores de todo tipo que le aportan al lugar una mezcla sorprendente de colores y perfumes. Ideales para ser fotografiadas.
La selva, tanto de día como de noche, está habitada por innumerables sonidos sorprendentes. Es un refugio natural de yaguaretés, pumas, tapires, ardillas, gatos ocelotes, zorros, ositos lavadores o mayuatos, corzuelas, pecaríes y osos meleros, entre tantos otros animales salvajes.
Incluso hay quienes han divisado pequeños monos que rápidamente se mimetizan y pierden dentro de las copas de los árboles más altos. El dorado es el pez protagonista de casi todos los ríos y arroyos que bañan la selva.
Las cacerías fotográficas son, desde hace algunos años, el nuevo método que encontró el hombre para satisfacer el espíritu cazador que siempre tuvo, tiene y tendrá.
Concientes de los tiempos que corren, en los que la depredación y la desaparición de las especies son cada vez mayores, la cámara fotográfica reemplaza hoy de manera perfecta al viejo rifle de caza.
Una foto, al ser mirada una y otra vez, nos recreará el instante preciso en que apretamos el gatillo (de nuestra cámara).
Matar últimamente se ha convertido en el acto más fácil e impune. Lamentablemente. Lo difícil, el verdadero desafío que hoy tienen los hombres es dar vida, o al menos no quitarla.