City tour por San Martín de los Andes

Es habitual que lleguemos a un destino turístico y realicemos un city tour para tener una primera mirada de la ciudad y su gente. En San Martín de los Andes la propuesta la ofrece Redbus, que permite recorrer los puntos característicos del centro y los alrededores sobre un cómodo micro double decker.

Es fácil de ubicar, ya que se encuentra estacionado en la plaza San Martín y es una verdadera pieza de colección. Es un vehículo inglés modelo Routemaster con motor Leyland 0600 que mantiene intacta su apariencia londinense y lució durante un tiempo en el Museo del Automóvil de Buenos Aires.

Una vez ubicados en la parte superior del micro para aprovechar la amplia visión de sus ventanillas, nos recibió su guía. Arrancamos y, de a poco, ella nos fue relatando los inicios de esta localidad patagónica y algunos detalles del terreno donde fue asentada por sus fundadores.

Con marcha lenta, caracoleamos por el casco céntrico, deteniéndonos frente a construcciones de inicios del siglo XX que marcaron una época de esplendor. Familias europeas decididas a cumplir el sueño de crear una población estable llegaron e hicieron sus casas con maderas de la zona, especialmente raulí. Cien años después, se las considera Patrimonio Arquitectónico y orgullo de sus actuales habitantes.

Fuimos descubriendo sus cabañas, apart hoteles y residencias particulares construidas en lotes amplios con jardines muy cuidados. Tanto en los patios interiores de las casas como en las veredas, las especies vegetales introducidas se han arraigado al paisaje y dan un marco verde muy bonito.

Los edificios públicos, la iglesia y las plazas más significativas pasaron por delante nuestro, como también los negocios más codiciados. Villegas, por ejemplo, es la calle de los restaurantes y parrillas que ofrecen especialidades regionales y buenos vinos.

Ascendimos hacia el ex hotel Sol de los Andes con el fin de tener una vista general de la planta urbana y aledaños desde un punto alto. Circulamos luego a lo largo de la costanera renovada y con playa sobre el lago, conocimos su muelle, sus restaurantes con vista privilegiada y su área de esparcimiento.

Cuando nos incorporamos a la ruta 40 o de los 7 lagos hacia Villa La Angostura, no podíamos creer lo que estábamos viendo: se abrió de golpe el paisaje para mostrar la inmensidad del lago Lácar, algunas embarcaciones que lo surcaban y los cordones montañosos del oeste. Una breve parada nos permitió fotografiarnos con ese fondo magnífico sin bajar del vehículo.

Seguimos y poco más adelante, ya dentro del Parque Nacional Lanín, supimos cómo llegar hasta la playa y camping Catritre y el complejo hotelero Paihuen.

Cuando el itinerario llegó a su fin, notamos que las descripciones de la guía habían contestado algunas dudas surgidas al llegar. A su vez, incorporamos nuevos conocimientos sobre la cultura de esta urbe en constante crecimiento.

Su color rojo es inconfundible, tanto como su andar parsimonioso y su escalerilla de acceso por la parte posterior. Para conjugar con las tradiciones patagónicas, una guarda pampa luce sobre su carrocería externa. La gente del Redbus se propone dar una imagen perfecta del paisaje y del estilo de esta ciudad-pueblo.