Siete Lagos en bicicleta

Es la posibilidad de que el paisaje se incorpore al cuerpo en cada kilómetro recorrido y de medir tanto el esfuerzo físico como las emociones que surgen naturalmente en el camino.

Recorrer la ruta de los Siete Lagos en nuestra bicicleta fue un sueño hecho realidad luego de varios meses de entrenamiento, preparativos y charlas entre los que componíamos el grupo: uniríamos los 112 kilómetros que separan San Martín de los Andes de Villa La Angostura.

Como fanáticos de la Patagonia y su belleza natural, no deseábamos marcar récord de tiempo sino asimilarnos al paisaje. Nos tomaría cuatro días llegar a la meta.

La mañana de la salida verificamos que todo estuviera en orden: ruedas bien infladas para encarar los primeros kilómetros de asfalto, dos alforjas con su peso bien compensado, el casco obligatorio, una pequeña carpa, capa de lluvia, calentador y botiquín. También nuestros alimentos, ya que no podíamos fiarnos de encontrar abiertas las proveedurías de los campings del camino.

  • Un desafío

    Un desafío

  • Meses de entrenamiento

    Meses de entrenamiento

  • El entorno es fascinante

    El entorno es fascinante

  • El paisaje se incorpora al cuerpo

    El paisaje se incorpora al cuerpo

  • Desafiar cualquier camino y cumplir otro sueño

    Desafiar cualquier camino y cumplir otro sueño

Despedimos la costa del lago Lácar con una intensa y desgastante trepada de 15 kilómetros que nos obligó a varias paradas en los arroyos para llenar nuestras cantimploras y para darnos aliento. A partir del Arroyo Partido las subidas y bajadas fueron de menor esfuerzo hasta llegar a las verdes y tranquilas aguas del lago Machónico. ¡Habíamos avanzado 27 kilómetros!

A pesar del cansancio, decidimos seguir otros 8 kilómetros hasta el desvío hacia el lago Hermoso. Allí armamos nuestras carpas en un lugar agreste en la costa. Las sopas calientes y el salamín nos parecieron exquisitos y brindamos por esa primera etapa cumplida.

Luego de una charla de fogón inolvidable, nos fuimos a dormir para emprender la segunda etapa bien temprano en la mañana. Un buen desayuno con fruta, cereales y unos mates nos prepararon para el pedaleo del día.

Nos propusimos llegar hasta los lagos Falkner y Villarino y otra vez las ondulaciones del camino asfaltado nos pusieron a prueba. Mientras las piernas se esforzaban en las subidas, el aire en la cara marcaba las bajadas.

A 45 kilómetros de la salida, nos despidió el Parque Nacional Lanín e ingresamos al Nahuel Huapí. Durante un descanso, tirados sobre nuestras espaldas, contemplamos los cordones montañosos y nos maravillaron los mil verdes del bosque.

En el camping organizado del lago Falkner, gran cantidad de bicis descansaban junto a otros grupos entusiastas de este deporte. La segunda noche concluyó con un concurrido fogón bajo un cielo oscuro sin luna ni estrellas.

Salimos temprano, despedimos el asfalto y desinflamos un poco las ruedas para no rebotar o patinar. El bosque parecía angostar la ruta y la altura de los árboles nos cobijó del sol. Las aguas color turquesa del lago Escondido merecieron un alto para sacar fotos.

Curvas y contracurvas, con las manos apretadas sobre el manubrio, nos llevaron hacia el Pichi Traful (brazo norte del lago Traful), elevando nuestra adrenalina a un nivel impensado. Allí acampamos para descansar del día exigente.

El cuarto día, temprano, nos pusimos en movimiento sobre el ripio; las subidas y bajadas hicieron agradable la llegada a los lagos Correntoso y Espejo Chico. Un almuerzo liviano, una pequeña siesta y aliento mutuo nos prepararon para el último tramo, que sabíamos dificultoso.

Encontramos el lago Espejo y un poco más adelante la bifurcación de caminos que indica para la derecha Chile y hacia la izquierda la ansiada villa. Para alivio de nuestras piernas, volvimos a transitar asfalto mientras el lago Nahuel Huapí nos acompañaba sobre mano derecha.

Tantos kilómetros con la vista puesta en las piedras del camino se compensaba con la inmensidad del lago y una mayor velocidad de marcha. El cansancio cedió ante lo inminente: finalmente alcanzábamos nuestra meta.

Quizás el esfuerzo, la constancia y la organización nos encuentre nuevamente juntos para desafiar cualquier camino y cumplir otro sueño.

Autor Mónica Pons Fotografo Eduardo Epifanio

Tipo de tourTipo de tour: Mountain Bike

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