El Carnaval de Tilcara

Carnaval de Tilcara
Lugar: Calles de Tilcara, Lavalle y Alverro
Fecha: Desde 27/01/2018 - Hasta 03/02/2018

El desentierro y entierro del carnaval es un rito milenario de los pueblos del norte argentino. Creencias, mitos y bailes forman parte de esta singular tradición popular.


Desentierro del carnaval

Durante el mes de enero y febrero el carnaval es el gran protagonista en Tilcara. En esta esperada época del año las polvorientas calles de Tilcara y de los pueblos vecinos, como Maimará, se visten de fiesta y colores varios.

Pero lo primero que hay que hacer para comenzar los festejos es desenterrar al diablo del carnaval, un pequeño muñeco (pucllay) que imita a un diablo y que simboliza al sol, quien para los locales es el encargado de fecundar a la tierra (Pachamama).

Creencias y ritos populares, pero también muchas filosofías de vida propias, todo vale para divertirse. La fe religiosa se fusiona con las creencias populares y lleva a que en el centro y en los alrededores del pueblo comiencen los esperados y excéntricos festejos.

Porque el carnaval es eso. Descontrol, alegría, diversión y, por supuesto, fiesta que llega con el verano y con su época de lluvias. El agua abunda y vale mojarse, aunque sea de noche o haga fresco. Como una especie de bendición igual a la que genera un bautismo, mojarse en carnaval es una forma de purificación.

  • Un rito milenario de los pueblos del norte argentino

    Un rito milenario de los pueblos del norte argentino

  • Creencias y ritos populares

    Creencias y ritos populares

  • Descontrol, alegría, diversión

    Descontrol, alegría, diversión

  • Quebrada de Humahuaca

    Quebrada de Humahuaca

En toda la provincia de Jujuy, pero sobre todo en los pueblos que se alzan protegidos por la Quebrada de Humahuaca, los festejos han adquirido connotaciones bolivianas. Una de ellas es la presencia del diablo que, según creencias populares, baja de los cerros y se mimetiza de manera tan perfecta con los pobladores que es difícil saber quién es quién. Y, por sobre todo, quién se encuentra o no endiablado.

Los trajes coloridos a los cuales se le aplican espejos de todas formas y tamaños permiten, junto a las máscaras y a sus típicos cuernos, ocultar a cada uno de los que participan en estos festejos.

Ya no importa quién es quién, ni quién se encuentra detrás de la máscara. Es como si el diablo se apoderara de los cuerpos y los uniera en endiablados bailes en los que cada uno de los participantes recupera su identidad sólo cuando abandona su vestimenta, para volver a inhibirse.


El entierro del carnaval

En el norte argentino, el carnaval se celebra hasta los días finales de febrero.

Y así, el primer domingo de marzo siguiente al miércoles de ceniza es cuando el carnaval llega a su fin. Pero esta no es una despedida más.

Por el contrario, se trata de todo un ritual en el que los lugareños recorren, junto a algunos turistas, el centro de Tilcara y, lentamente, dejan detrás los distintos puntos del pueblo donde los participantes son convidados con ofrendas, mientras entre festejos y excesos se van alejando hacia las montañas a enterrar el carnaval.

¿Pero qué es esto de “enterrar el carnaval”?

Un pequeño muñeco que representa al diablo es, a medida que transcurre la peregrinación, venerado por todos los presentes. Hojas de coca, chicha, alcohol, cigarillos, frutas y quesos de cabra producidos especialmente para este rito son ofrecidas en reverencia al diablo.

El ritual consiste en enterrar, tras la música típica, bailes y lamentos, al carnaval hasta el año próximo. Se lo hace por la tarde-noche y ante la mirada de pocos, ya que el lugar secreto que se elige para que el diablo descanse en paz no debe ser conocido por la mayoría. Sólo algunos son los privilegiados del año para elegir y cavar la fosa cerca de algún cardón o cactus.

Disfrazados también de diablos e invocando a la madre tierra (Pachamama), se canta, se grita, se baila, se hace ofrendas y finalmente se llora, porque hasta el año próximo los hombres vuelven a la rutina, al aburrimiento y a las inhibiciones para seguir siendo considerados “normales”.

El próximo año, llegado el mes de enero, los elegidos se encargarán de desenterrar al muñeco diabólico para que la fiesta se apodere nuevamente de Tilcara, de sus montañas, sus calles y su gente. Como todos los años, como sucede desde siempre.

Autor Pablo Etchevers Fotografo Pablo Etchevers

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