La historia es simple: en enero de 1986, justo antes del Mundial de Fútbol, el entonces entrenador de la Selección Nacional, Carlos Salvador Bilardo, buscó un lugar “tranquilo” y “alejado” de todo y de todos para entrenar a sus muchachos.
El destino fue la jujeña Tilcara, donde durante diez días gran parte de la que luego sería la Selección comenzó a entrenarse usando como sparrings a los propios pobladores de la ciudad.
Para ese entonces nadie confiaba ni en Bilardo ni en los jugadores. Ni los periodistas, ni la mayoría de los argentinos, que los habían visto clasificar al Mundial gracias a un gol sobre la hora en las sufridas eliminatorias previas.
Los pobladores locales, al familiarizarse con los jugadores, comenzaron a contarles sus costumbres, vivencias y creencias; entre estas últimas, los milagros que la Virgen de la zona les concedía cada vez que le pedían un deseo o imploraban un favor.
Y así fue que llegó el pedido de los visitantes: si ganaban la Copa del Mundo (cosa que luego sucedió), volverían a agradecerle a esta pequeña pero poderosa Virgen.
Pero los Campeones del Mundo nunca volvieron a Tilcara y la promesa quedó incumplida.
Los tilcareños aún esperan la presencia del técnico y de esos jugadores. No para recriminarles nada, sino para recordar viejos tiempos y para ver si nuevamente volvemos a levantar en algún campeonato del mundo el tan ansiado trofeo.
¡¡¡Vuelvan, por favor!!!