El tren fue una parte fundamental de la vida activa de los galeses desembarcados a fines del siglo XIX y no es casual que su primera estación se haya convertido en un compendio de identidad y modos de vida de sus antiguos habitantes.
Los habitantes de Trelew están orgullosos de los orígenes culturales y de trabajo que la colonia galesa les legó hace más de 100 años. Para los que estamos de paso, el museo Pueblo de Luis ofrece la ocasión para adentrarnos en la historia de los inicios de la ciudad. Ingresamos con ese espíritu viajero de rescatar historias, orígenes, y llevarnos con nosotros la esencia de esas personas que lucharon contra la adversidad en la estepa patagónica.
Las paredes de la vieja estación de tren datan de 1889 y guardan los vestigios del paso de miles de viajeros de origen galés, que desde sus chacras del valle del río Chubut podían acceder al Golfo Nuevo, sobre el océano Atlántico. El tendido ferroviario dio origen, vida y sentido práctico al intercambio comercial de la región, así como al social y cultural con otros centros organizados.
Cuántas historias se tejen con los elementos que se muestran en las salas y que transportaron nuestra imaginación a esos remotos tiempos en que parte de la cultura europea se trasladó a nuestra tierra. Los galeses, en su afán por continuar sus ritos religiosos y sus costumbres cotidianas y musicales, crearon una colonia rica en valores intelectuales que amenizaban su dura tarea agrícola.
“Tre Lew” (“Pueblo de Luis”, en idioma galés) es un homenaje a Lewis Jones, uno de los más activos impulsores de la colonización galesa en esta región.
Siete salas componen el museo. A partir de ejes temáticos, nos mostraron la presencia originaria de grupos étnicos mapuches y tehuelches en la Patagonia, algunas pruebas del paso de viajeros exploradores entre 1520 y 1865, y finalmente la llegada de los inmigrantes galeses. A todo ello se agregan herramientas utilizadas en las labores de campo y elementos de la actividad ferroviaria.
La antigua estación ferroviaria fue declarada Monumento Histórico Nacional y parte de un tendido vial de aproximadamente 70 kilómetros, que correspondía al Ferrocarril Central Chubut, eje fundamental del desarrollo regional del valle del río Chubut.
Nos detuvimos en cada vitrina, en cada documento donde con letra caligráfica y lapicera de pluma quedó el rastro de la evolución de Trelew y las corrientes inmigratorias que le dieron forma. Escuchamos al guía: “La idea es transformarlo en un eco-museo; que sea un centro de estudios y preservación del pasado regional con aporte activo de la población, para que no olvide sus raíces. Hoy Trelew es epicentro de la cultura regional”.
El museo se extiende hacia afuera sobre el andén y la plaza Gobernador Costa, donde se exhiben piezas de uso agrícola y una pequeña locomotora a vapor, recuerdos tangibles del pasado. La antigua sala de espera de pasajeros recibe también material didáctico y actividades especiales. La construcción que alberga el museo Pueblo de Luis, junto con la capilla Tabernacl, son los más antiguos testimonios edilicios de la ciudad de Trelew.
Fuimos testigos de hazañas y recuerdos de una ciudad que nació con el tren gracias al tesón y constancia de los colonos galeses. Trelew se merece este dinámico homenaje para valorar el patrimonio, preservarlo y darlo en herencia a los que vendrán.