En un recorrido sencillo y didáctico por las bardas de Gaiman, tomamos contacto con las formaciones geológicas y paleontológicas de la Patagonia argentina.
Bryn Gwyn, que en galés significa “loma blanca”, era la referencia con que contábamos. Elegimos una tarde soleada para visitar el geoparque, cuyas excavaciones fueron diseñadas para ser visitadas a pie.
Por el camino de las chacras desviamos hacia el parque paleontológico y llegamos a la estación Campo Inferior, en la ladera de la barda. Es el primer lugar de este tipo en América del Sur y el recorrido es auto-guiado.
El primer paso fue tomar el folleto que nos permitiría ubicar cada hallazgo y saber algo sobre él. Leyendo el informe aprendimos que en el valle inferior del río Chubut las investigaciones científicas permitieron descubrir formaciones que tienen millones de años.
Nos pusimos cómodos con nuestra cámara de fotos y mochila al hombro para dejar las manos libres y realizar el recorrido de manera cronológica, desde la prehistoria hasta nuestros días. De a poco fuimos ascendiendo y encontrando los distintos estratos geológicos, con los objetos anticipados por el folleto.
Sarmiento es el nombre de la primera formación, originada hace 40 millones de años. El mar había avanzado sobre las tierras arboladas de la Patagonia, que constituían una extensa llanura similar a las africanas. Por los estudios realizados se sabe que en ese período la región tenía temperaturas altas y en sus áridas lomadas se hallaron restos de animales mamíferos y especies de avispas.
Continuamos por el siguiente nivel, al que llaman Gaiman, de 23 millones de años, donde se observan fósiles de tiburones, pingüinos, delfines carnívoros y ballenas. La siguiente formación es Puerto Madryn, con una edad de entre 10 y 12 millones de años, momento en que el mar se retiró y dejó en la superficie mamíferos marinos fosilizados.
Al llegar a la parte más alta, se muestran los rodados patagónicos que fueron generados por las erupciones volcánicas y posteriormente transportados por el avance de los glaciares y ríos. La referencia estimaba su edad en unos 100.000 años.
Esta entretenida caminata no resultó demasiado cansadora, más allá del calor del día que hizo que descansáramos en algún momento para tomar nuevos bríos. Agradecimos a investigadores como Simpson, Feruglio y los hermanos Ameghino por llevar claridad a un tema tan lejano a nosotros.
Nos pareció maravilloso ese retroceso en el tiempo, que nos permitió caminar por lugares de millones de años de existencia, para regresar a la tierra que hoy en día nos recibe y cobija, todo en una hora de recorrido.