El Museo del Fin del Mundo atesora una colección de piezas sobre la vida de las primeras expediciones y los primeros pobladores que habitaron estas costas.
En la esquina de Maipú y Rivadavia se encuentra el Museo del Fin del Mundo. Allí funcionó el Banco Nación hasta 1976 y desde 1979 funciona el museo, encargado de preservar las raíces históricas de la isla.
En 1973, varios vecinos del lugar crearon una asociación civil conocida hoy como H.A.N.I.S., que en lengua yámana significa “lenga” y que a su vez son las siglas de Historia, Antropología, Naturaleza, Isla y Sur, términos que definen la identidad de la institución.
Luego de ser reconocida por el gobierno de Tierra del Fuego, la agrupación H.A.N.I.S. permitió que toda la población participara en el museo y el lugar se convirtió en un referente social y cultural de la ciudad de Ushuaia.
Historias de mar
La primera sala se encuentra presidida por un mascarón de proa que perteneció al Duchess of Albany, nave inglesa que naufragó en las costas fueguinas en 1893. Este mascarón de 800 kilos fue esculpido para homenajear a la princesa Elena Frederica Augusta de Waldeck y Pyrmont, nuera de la reina Victoria de Inglaterra, y fue rescatado en 1950 en Caleta Policarpo, al sudeste de la Isla Grande.
Otra de las salas deja ver a los grupos indígenas que habitaron esta región, entre los que se encontraban los yámanas y los selk'nam. Una variada colección de elementos y utensilios, que abarca más de 8.000 años de historia, deja ver desde arpones, armadores y pedernales hasta réplicas de canoas y cestería yámanas. Todos estos objetos muestran la vida diaria de estas tribus, que se centraban en la caza y la pesca.
Las vitrinas de otra sala van mostrando cronológicamente la llegada de las misiones anglicanas en 1870 y de las salesianas en 1890.
La llegada de la expedición del comandante Lasserre (1884) y la controvertida figura de Julio Popper pueden verse en fotos y documentos. Este ingeniero rumano creía posible una Patagonia europeizada sin comunidades nativas y repoblada por hombres y mujeres llegados de Europa.
Algunas imágenes del aviador alemán Gunther von Plüschow y pequeños objetos de su avión Cóndor de Plata pueden verse también en el museo. Este avión fue el primero que sobrevoló el Cabo de Hornos.
En el museo se exhiben también restos del naufragio del buque alemán Monte Cervantes, el primer crucero que realizó actividad turística en la isla de Tierra del Fuego, hundido en el canal de Beagle en 1930.
Al pasar a la segunda gran sala, el visitante se interna en un almacén de ramos generales que muestra el lugar que ocupaban estas tiendas en aquellos tiempos, donde todo se conseguía allí, desde los alimentos hasta instrumentos musicales, libros y vestimenta.
El abastecimiento se recibía por vía marítima cada tres meses y los almaceneros eran personas fundamentales en el desarrollo del pueblo, ya que debían calcular las provisiones para que nada le faltara a nadie. Hoy en día, los familiares de algunos de estos viejos personajes aún residen en la ciudad de Ushuaia.
Otra de las salas, la que más recuerdan todos, está dedicada al famoso presidio. Emplazados en la actual base naval de Ushuaia, el presidio y cárcel de reincidentes empezaron a construirse en 1902. Aquí pueden apreciarse los uniformes y los objetos usados por los guardiacárceles y los penados.
El resto de las salas concentran una amplia colección de fauna autóctona. Ciento ochenta especies de aves conforman la exposición más completa de toda la isla de Tierra del Fuego, con ejemplares representativos de los ambientes marítimo, costero y del bosque.
El Museo del Fin del Mundo es ideal para conocer Tierra del Fuego. Un paseo imperdible.