Andeluna: buen vino, montaña y magia

Luego de un placentero viaje de escasa hora y media en vehículo desde Mendoza, llegamos al Valle de Uco y, más precisamente, a Andeluna Cellars, en el departamento Tupungato.

Con el tour de la empresa Kahuak, llegamos a la bodega e ingresamos entre viñedos de hojas casi transparentes y uvas en su esplendor. El camino nos llevó hasta su edificio de netas líneas italianas, que se recorta sobre un fondo montañoso con picos de distintas alturas y diversos tonos de verde.

Una vez en el interior, impactados por el fantástico Wine Bar y los sectores con sillones para degustar vinos, esperamos unos instantes a que se iniciara la visita. Grandes ventanales dejaban pasar el paisaje a raudales y el volcán Tupungato copaba la escena. Varias vitrinas muestran sus líneas de vinos y los premios obtenidos en distintos concursos en Argentina y en el extranjero.

Al conocer a quien sería nuestra guía, ya nos sentimos cómodos y agasajados. Comenzó entonces el recorrido por la sala de producción en tanques, donde se inicia el proceso de estos vinos de exportación. Allí llegan las uvas previamente seleccionadas y criadas en tierra y clima adecuados, se las trata con tecnología del más alto nivel y un equipo de trabajo que tiene la calidad como objetivo.

Allí se realiza la fermentación láctica propia de la fruta y se balancean los índices de acidez, que no deben perdurar en los vinos finos. Algunos de ellos tienen conexión con sabores a manteca, crema o yogures por el mismo proceso químico.

"El primer propietario de la bodega fue el empresario norteamericano Ward Lay, asociado con Ricardo Reina Rutini, apellido tradicional en el negocio bodeguero de Mendoza. Lograron un rápido reconocimiento internacional como líderes en vinos de alta gama en Argentina. Se exporta casi la totalidad de lo que se fabrica", la guía nos refirió una breve reseña de los inicios de la empresa.

Seguimos hacia la cava, en el segundo subsuelo, avanzando por pasillos muy altos y luego de pasar por el laboratorio. El ambiente en el cual botellas almacenadas y barricas de guarda esperan sus tiempos es húmedo, silencioso y casi en penumbra. Controles, paciencia y espera son las condiciones esenciales para lograr el añejamiento de cada línea de vino.

En ese sector se realizan las catas técnicas, en las que las impresiones visuales, olfativas y gustativas se asocian. Color, profundidad, reflejos hablan de juventud o tiempo de guarda del vino y de la variedad de la uva. Densidad, cuerpo y lágrimas en la pared de la copa habla de la concentración; los aromas deben definir su equilibrio y armonía. Notamos que ese espacio tenía un especial encanto, a pesar de no estar ocupado en ese instante.

Terminado el recorrido, realizamos una degustación de varias de sus líneas de vinos. Comenzamos con los más jóvenes para terminar con aquellos de mayor cuerpo, que pasan por barrica. Sentimos la sensaciones que nos dejaban en nariz y boca, con tiempo; nuestro paladar se fue acostumbrando a la particularidad de cada uno de ellos. Aprovechamos, además, el comentario de nuestra guía en cuanto a las notas específicas de cada variedad para entender y deleitarnos con ellas.

Antes de despedirnos, hicimos una reserva en el restaurante para regresar en un par de días. Repetiríamos otro momento de buena atención y profesionalidad en ese espacio tan cálido con que cuenta Andeluna Cellars.