En el predio se respira la serenidad de los viñedos que crecen con las mejores condiciones de tierra y clima para la obtención de una bebida cuidada y generosa.
Una visita a Domaine Bousquet tiene el mismo sabor y amabilidad que los frutos que se cuidan con cariño y sin apuro en sus plantaciones. A una hora y media de Mendoza en auto, al pie del Tupungato se respiran aires europeos afincados desde hace años en esta tierra cordillerana.
Guiados por Paula Escobar, conocimos las características del viñedo, único en el Valle de Uco por sus recursos saludables y el trabajo a mano y sin químicos. El mayor empeño está puesto en lograr las certificaciones imprescindibles en toda la línea de producción.
La tradición y la experiencia llegó desde Francia, más exactamente de la ciudad de Carcassonne, donde la familia Bousquet se dedicaba a la vitivinicultura. Al arribar a la Argentina, encontraron en esta región el terroir adecuado para establecerse y llevar adelante sus proyectos.
Los cultivos se encuentran a 1.200 metros de altura; el clima imperante es de buen sol, seco, calor durante el día y excelente agua de deshielo. En las noches, la temperatura baja y esto genera que la uva se cubra con una piel más gruesa para protegerse. Se crean así las condiciones de los taninos y posteriores aroma y color de los vinos. Tanto los frutos que no se utilizan como el hollejo sirven para cubrir el suelo de las plantas, a modo de fertilizante.
Al ingresar a la moderna planta elaboradora, nos sorprendió la inmensa puerta de entrada. Esta viajó desde Francia junto a algunos enormes toneles de roble francés que se utilizan para la elaboración de los Grande Reserve, en lugar de los tradicionales tanques de acero inoxidable.
Paula detalló cómo era allí el proceso, desde los distintos tiempos de vendimia, la fermentación tanto en los toneles como en las piletas subterráneas, hasta llegar a barricas y/o embotellado, de acuerdo a la línea que se trate.
En penumbra y silencio, nos recibió la sala de barriles de guarda. Allí los vinos siguen en actividad y logran la madurez necesaria antes de la comercialización.
La sala de degustación de la cava es un lugar muy apreciado por los amantes del buen beber y por quienes saben de la excelencia en producción. También es habitual sentarse debajo de una hermosa pérgola al aire libre con techo de cañas para contemplar el paisaje y la pureza del aire, mientras el bouquet de la copa pasa por nariz, boca y garganta.
La bodega se caracteriza por tres líneas con alta calidad de uvas: una joven sin paso por barrica; otra, la Reserve, con guarda de 10 meses; y la tercera, la Grande Reserve, de un año. Se agrega un espumante realizado con método tradicional. Todos se exportan.
Volvimos al parque para acercarnos al restaurante y los apartamentos frente a la montaña. Estos espacios se han abierto al público y es posible pasar unos días apacibles con entretenimientos acordes al lugar. En la cocina, los chefs utilizan lo que produce la huerta orgánica para sus comidas gourmet y parrilla de varios pasos.
Al dejar atrás la bodega y tomar nuevamente las suaves ondulaciones del camino, recordábamos algunos detalles de la naturaleza mendocina, todos reunidos en Domaine Bousquet. El gusto por la naturaleza, el cuidado de la tierra, la contemplación y el descanso se acompañan de los aromas del buen beber.
Un criterio para hacer vinos orgánicos y, a la vez, una elección de vida.