El Valle de Uco es un generoso dueño de casa para grandes bodegas que se conocen en el mercado internacional como hacedoras de los mejores vinos argentinos. The Vine of Mendoza, en Tunuyán, abre sus puertas para compartir una experiencia singular, una nueva manera de mostrarse al mundo.
Al llegar, fuimos atendidos por Daniel de la Torre, quien nos recibió copa de vino en mano para ser nuestro guía en un recorrido fantástico.
Previamente, nos puso al tanto de cómo funciona el establecimiento, ya que se diferencia de los demás en puntos muy importantes. “Como bodega operativa de microvinificación y fermentaciones individuales, la viña tiene más de 125 dueños. A partir del 2007 se lotearon y vendieron viñedos de cepas nuevas (hoy hay 20 en producción); cada dueño puede elegir la suya o plantar una nueva y The Vines le da el soporte técnico, el know how y lleva adelante el proceso productivo junto a enólogos expertos, pero las decisiones las sigue tomando el propietario”, dice Daniel.
En el exterior, observamos grandes extensiones de terreno con viñedos muy cuidados. En el interior, caminamos por los laberintos de las tres naves de elaboración con tanques de acero inoxidable y otra para fermentación en barricas, el laboratorio y la sala de embotellado. En la última nos llamó la atención que estaban trabajando con la línea de corte joven llamada Recuerdo, cuya etiqueta está serigrafiada sobre la misma botella. Otras líneas son Aliado (reserva) y un blend premium llamado Gran Corte.
Es en la cava subterránea, en la sala de barricas, donde que se toma conciencia de la cantidad de dueños que tiene el vino en espera. Los toneles de guarda están codificados y llevan el tratamiento convenido, generalmente en roble francés; las distintas maderas ofrecen luego tipos de estructura de taninos diferenciadas.
Nos pareció que la logística para llevar adelante esta producción personalizada es muy ardua, ya que detrás de cada barrica hay una historia única. Supimos que cada propietario se involucra con el vino tanto como desee y que en el entusiasmo es capaz de realizar la cosecha con sus propias manos. Además, todos definen cantidad y tipo de botellas a elaborar cada año, o simplemente venden sus uvas en el momento oportuno.
Tan importante como las tareas de producción son sus actividades turísticas, pensadas para integrar la tranquilidad del lugar con las salidas a la montaña y la buena mesa.
A partir de su resort con 21 apartamentos y el restaurante 7 Fuegos de Francis Mallmann, que se encuentran en el mismo predio, existen varios programas. Cosechar, seleccionar granos, analizar varietales para formar el blend son algunas de las posibilidades para descubrir preferencias y probar con todos los sentidos los colores, aromas y texturas del vino.
Nos sentamos afuera, frente a los viñedos y la montaña, para degustar tres variedades. Sin apuros, paladeamos el vino y aún faltaba que Daniel nos mostrara el master plan: cómo se planifican y llevan adelante tantas decisiones individuales y en conjunto.
Crisol de uvas, diferentes elevaciones de suelos para el logro de distintas cepas y, sobre todo, un camino de elaboración distinto, con mucho trabajo y personal que proporciona gran satisfacción para todos. Así define Daniel la tierra y la bodega.
“Hay muchos amantes del vino terminado, pero con esta oportunidad se puede aprender mucho más”, fueron sus palabras de despedida.