El cerro Matanza y el Monte de los Ombúes nos muestran un fenómeno atípico de la naturaleza. El ombú, en una situación normal, es una planta que crece en soledad en la llanura pampeana.
El cerro Matanza fue bautizado de este modo porque allí se dio una de las últimas y más feroces luchas de los españoles para erradicar de estas tierras a los habitantes originarios. Las cruces que lo tapizan en su cumbre son una clara muestra de lo que alguna vez ocurrió allí. La matanza no fue inmediata, sino que duró décadas hasta alcanzar "la victoria" buscada. De ahí salió el nombre de la ciudad, nombre que, aunque no era el oficial, era por el que todos la conocían. En el año 1829 el gobernador de la provincia, sin explicación alguna, impuso el nombre de Villa Nuestra Señora de Arántzazu de la Victoria a la ciudad, como para legitimar y buscar el origen de un nombre que ya todos conocían. La verdadera "victoria" no era una virgen, sino la acción lograda por el ejército español contra el indio. Pero fue así como se popularizó entre sus pobladores.
Se dice que por cada indio que moría durante estas luchas sus familiares plantaban un ombú. Así se explica esta congregación de la misma planta. Leyendas o verdades, lo cierto es que el Monte de los Ombúes resulta una rareza digna de conocer para quien visite Victoria.
Una rareza
Este monte, que se encuentra al pie del cerro Matanza, a pocos metros de la Abadía del Niño Dios, considerado Reserva Ecológica, es un asombroso atractivo natural que puede y debe visitarse en Victoria.
El ombú (nombre originario guaraní) es una hierba gigante, no un árbol, que siempre crece en forma aislada. Este atractivo en Victoria es una excepción a la regla general de soledad del ombú, que sí se cumple en la región pampeana argentina, en la llanura uruguaya y paraguaya, como así también en los faldeos del sur de Brasil. Esta rareza ecológica habría surgido, según se cuenta, hace poco más de cien años.
El ombú, belleza y tradición
La tradición campestre muestra a los ombúes como malignos, endiablados e incluso receptores de rayos de tormenta, lo que hace que muchos productores rurales los eliminen de sus parcelas o hectáreas. Conocido por sus grandes raíces que se ramifican y salen a la superficie, el tronco del ombú conserva grandes cantidades de agua y en él se alternan capas duras con capas blandas.
El ombú tiene una larga vida que puede verse en el ahuecamiento de su tronco y en su gran fortaleza. Su nombre científico es phytolaca dioca y se sujeta al suelo con raíces de gran extensión que generalmente resultan un verdadero atractivo para fotografías, ya que muchas veces forman figuras que parecen humanas y animales. Sus frutos son similares a pequeños tomates achatados de color verde que se tornan amarillos cuando maduran.
El Monte de los Ombúes es hoy un lugar imperdible para el visitante, no sólo por su vegetación sino también por haber sido escenario de una leyenda urbana y rural que aún hoy se mantiene viva entre sus pobladores.