Es un espacio realizado íntegramente con hielo. Beber una copa y escuchar buena música es distinto a lo que ocurre en los bares tradicionales y por eso hay que visitarlo.
San Carlos de Bariloche tiene el halago de contar con el primer bar de hielo de América del Sur, como ya lo tienen algunas ciudades europeas y americanas. Es una nueva manera de pasarla bien, en un ámbito no convencional y por eso decidimos conocerlo con algunos amigos.
La puerta y el pasillo de ingreso fueron entonados con un frío color azul como para ambientarnos. Un gran salón con paredes desnudas y varios sillones fueron la antesala de esa gran novedad que íbamos a buscar. Allí, con temperatura normal, agradable, junto a buena música esperamos a los amigos que aún no habían llegado.
Nos acercamos a la barra para templar el cuerpo con algo caliente, ya en la calle la temperatura de la noche era baja. Mientras una linda barwoman preparaba cócteles y combinaciones, escuchamos excelente música y vimos videos en una gran superficie de proyección con tecnología mapping que reflejaba cristales de hielo en todas las paredes.
Llegó el momento de ingresar todos juntos a ese freezer gigante donde nos esperaba la sorpresa de la noche. Protegidos por unas enormes capas térmicas, traspasamos la gruesa puerta y comenzamos a “sentir el bar de hielo”. Nos quedamos absortos por unos minutos al observar todo el conjunto en distintos celestes y notar cómo reaccionaba nuestro cuerpo.
Fue como ingresar a un glaciar pero sentir la comodidad del living de casa. Las cuatro paredes y las dos barras del bar estaban finamente talladas con hielo, con sus bordes redondeados y líneas continuas sin asperezas. Nos ubicamos en bancos y mesas bajas un rato, donde dimos cuenta de nuestro rico trago frío en novedosos vasos también tallados con hielo.
Algunas figuras ambientan el lugar, siempre acentuando la sensación de frío. Así, un iglú al que se puede acceder, un mamut y un soldado mongol se suman a una chimenea enorme con leños que parecían estar encendidos.
José Luis Mezquida es un artista plástico local que habitualmente realiza sus trabajos con madera pero que en esta ocasión le dio forma al agua congelada logrando tallas de gran volumen, simpleza y vida.
La buena música y las proyecciones del hall continuaron sonando y viéndose en la sala fría. A ello se sumó una sensación de niebla muy especial. El hielo encierra burbujas de aire y las luces las proyectan llevando nuestra imaginación hacia el interior de un una grieta helada. A su vez, el piso es de un material antideslizante que permite caminar sin riesgos.
En nuestra charla con César Parodi, alma mater de este bar de hielo, nos comentó que en Bariloche la parte fría supera en superficie a los exitosos bares de Madrid, Barcelona, Londres y Orlando.
Orgulloso del proyecto, nos dijo: “Fuimos experimentando, ya que al principio creíamos que solo se podía permanecer unos minutos en la zona fría. La realidad nos mostró que los entusiastas del lugar regulan el tiempo que desean permanecer adentro y que no hace falta hacer ambientación previa para ingresar o para salir”.
Luego de un largo rato adentro, finalmente dejamos la cámara frigorífica y observamos que el termómetro marcaba -5 grados. En comparación, cuando finalmente ganamos la calle vimos con sorpresa que el aire barilochense se sentía más helado aún que el bar de hielo.