San Miguel del Monte es una ciudad de tradición ganadera y uno de los pueblos más antiguos de la provincia de Buenos Aires. Su hermosa laguna, poblada por grandes pejerreyes, es un lugar preferido por los amantes de la pesca y la vida al aire libre.
San Miguel del Monte es un pueblo de campo por donde se lo mire. Aquí, se aprecian reminiscencias de su pasado de estancias y de gloria gauchesca. Las calles estrechas, las esquinas sin ochavas y las casonas del antiguo casco urbano vieron pasar parte de la historia de los ganaderos de la pampa y del entonces caudillo y estanciero don Juan Manuel de Rosas.
De estancias y caudillos
Según cuenta la historia, el pueblo prosperó al resguardo de los fortines que lo protegían de los malones.
Sus grandes establecimientos ganaderos, antaño defendidos de los indios por federales de uniforme colorado, hoy se transformaron en una novedosa atracción turística que combina la vida rural, el contacto con la naturaleza y todas las comodidades de los nuevos complejos hoteleros que atraen al visitante de la ciudad.
En sus tradicionales estancias, es posible comer un asado de campo, realizar cabalgatas, senderismo, caza, actividades de chacra y hospedarse en habitaciones de categoría exquisitamente decoradas con muebles y obras de arte del siglo XIX.
La residencia que perteneció a don Juan Manuel de Rosas, originalmente ubicada en la estancia Los Cerrillos, es un rancho pampeano típico en excelente estado de conservación que puede visitarse todos los días del año.
Recorriendo sus habitaciones observamos de cerca todo: pertenencias y retratos del prócer. Allí estaban también los uniformes de “los colorados del Monte”, el ejército que el mismo Rosas creó para la lucha contra el indio.
De lagunas y pejerreyes
En las 720 hectáreas de extensión de la laguna del Monte se practica todo tipo de actividades como natación, remo, canotaje, windsurf, yatching y esquí acuático.
A lo largo de su ribera arbolada vimos cabañas, hoteles, restaurantes, recreos y campings con todas las comodidades para pasar un agradable día a orillas de la laguna.
Cada año, una multitud se acerca a buscar el tesoro de pejerreyes que se esconde bajo las aguas de Monte.
Un empleado del Club de Pesca local nos contó que esta especie es criada en una estación de piscicultura y que por eso la población se mantiene constante. Cuando nos subimos al bote nos aconsejó: “en los juncales pican los mejores matungos”.
Conectada con la laguna del Monte por un pequeño arroyo, la laguna Las Perdices es un santuario para los amantes de la pesca deportiva. En sus aguas casi vírgenes invadidas por la vegetación es común ver pescadores internándose en los bancos de juncos en pequeñas canoas, ansiosos por capturar pejerreyes, dentudos y combativas tarariras.
A tan sólo 100 kilómetros de Buenos Aires, este magnífico pueblo de campo sabe regalar a quien lo visita un excelente día que combina a la perfección la historia de los fortines y sus malones, de gauchos e indios, y la pesca deportiva. Todo, casi al alcance de nuestras manos.