El título resume el origen de esta ciudad. Concordia se formó a la vera del raro accidente geográfico que formaba allí el río Uruguay: el famoso Salto Grande, convertido hoy en represa. Pero es mucho más que eso.
Sus hermosos atractivos naturales y su rica historia la hacen orgullo de la provincia de Entre Ríos. Concordia fue fundada el 29 de noviembre de 1831 a través de un decreto de la Asamblea General reunida en Paraná y desde el año 1963 es reconocida como la capital nacional de la citricultura.
Sobre héroes y tumbas
Hace 500 años, los jesuitas levantaron un oratorio en honor a San Antonio de Padua junto a un pequeño grupo de indios misioneros. Hoy, la catedral local les rinde un merecido homenaje.
En sus orígenes, las tierras de esta región habían sido habitadas por pueblos originarios pertenecientes a parcialidades charrúas y por los guaraníes, que habían llegado allí desde el norte.
Luego de que los españoles y portugueses expulsaran a los jesuitas, estas tierras quedaron deshabitadas, hasta que en 1811 y 1812 el general Artigas inició el éxodo oriental y logró, veinte años más tarde, en 1831, que la ciudad de Concordia fuera reconocida oficialmente en los mapas de la época, lo cual significaba su fundación.
La plaza 25 de Mayo es la plaza principal de la ciudad. A su alrededor aparecen, además de las instituciones de siempre, el edificio de la actual municipalidad, la secretaría de turismo, sus museos de diversas temáticas y su pintoresco puerto local, que logran hacer de esta ciudad un sitio más que interesante para perderse por sus calles. Los sábados y domingos una gran feria artesanal se refugia en esta hermosa plaza.
En la plaza Urquiza (otra de las plazas más características de la ciudad), sobresale uno de los edificios que posee el mayor valor histórico de la ciudad: el palacio Arruabarena. Esta edificación de estilo francés que data de 1919 fue construida con materiales especialmente traídos de Europa por encargo de una de las familias más tradicionales de la zona, cuyo nombre lleva el palacio. Hoy allí funciona el Museo Regional, pero quien se acerque puede deleitarse, además de con sus artesanías, con su rica historia.
Concordia tiene su centro comercial en la peatonal Entre Ríos, la cual desde hace décadas se ha transformado en uno de los clásicos, junto a la costanera y el puerto local.
Conociendo la famosa represa
A escasos 20 kilómetros de Concordia, se encuentra una de las obras más importantes de nuestro país en materia de ingeniería, que puede visitarse en un recorrido guiado que nos conduce hasta los paredones de la misma. Se trata de la famosa Represa de Salto Grande, cuyas obras comenzaron en el año 1974, pero su historia se remite a 1890, cuando el Ing. Gregorio Soler hablaba en el Congreso Argentino de la conveniencia de aprovechar los saltos que allí generaba el río Uruguay.
Salto Grande no fue otra cosa que el aprovechamiento de estos saltos naturales que dieron origen a la ciudad de Concordia. A mediados del siglo XIX apareció la electricidad y, con ella, las centrales hidroeléctricas que, aunque tenían un alto costo de construcción, corrían con la ventaja de que su costo de mantenimiento es muy bajo. El agua del río es la única energía necesaria.
En el año 1979 se va conformando el lago-embalse y la primera de las catorce turbinas comienza a funcionar generando la ansiada energía eléctrica. Recién en el año 1982 se inaugura el primer puente vial y ferroviario existente entre la República Oriental del Uruguay y la Argentina.
Hoy, un extenso y seguro sistema de transmisión se encarga de llevar la energía producida por Salto Grande a los consumidores de ambos países, alimentando ciudades uruguayas como San Javier, Palmar y Montevideo, y argentinas, como la mayoría de las ciudades del litoral y la enorme Buenos Aires.
El parque San Carlos y su castillo encantado
Volviendo de la Represa de Salto Grande se puede visitar el famoso parque San Carlos y su máximo protagonista, el castillo que se ubica en su centro frente al inmenso río Uruguay. Rico en leyendas y anécdotas, este lugar supo armarse su propia historia, y fue tan rica que son inagotables los personajes que pasaron por sus habitaciones, incluido el Principito, el famoso personaje del cuento de Antonie Saint Exupery. Lo más llamativo es que éste aterrizó en Concordia antes de ser quien luego sería.
Lo cierto es que San Carlos fue al principio la loca aventura de una pareja de actores franceses que dejó Europa en búsqueda del sueño americano. Así llega Eduardo de Machy para, supuestamente, dar origen a un saladero llamado “San Carlos”.
De Machy se alojó en el hotel Colón, en ese entonces el más fastuoso de la ciudad, y ahí comenzó a relacionarse con las autoridades y los personajes más destacados del pueblo, hasta que finalmente compró un terreno para construir su mansión. Con planos que había traído de Francia, la construcción del castillo comenzó en 1886 y culminó en 1889, año en que se inauguró a la sociedad local.
Si bien los Machy no se volcaron a las empresas e industrias que los trajeron a América, sí en cambio se dedicaron a realizar suntuosas fiestas y participar en todos los acontecimientos que se llevaban a cabo, hasta que un día se volvieron a Europa dejando todo como para volver algún día.
Años más tarde, el castillo se convertiría en la Sociedad Rural de Concordia y luego es alquilado por la municipalidad a una familia francesa de apellido Fuchs Balón, la cual vivió mucho tiempo en el castillo y se dedicó a la crianza de los animales más exóticos que se conocieran en estas tierras.
En el año 1935 venció el contrato con la municipalidad y la familia se trasladó a una estancia cercana. El castillo quedó solo por varios años. Saqueado y abandonado a la suerte del tiempo, en 1938 fue quemado intencionalmente y quedaron las ruinas que pueden verse en la actualidad.
Una verdadera lástima para un lugar que no se merecía este final. Aunque, gracias a la literatura, en El Principito el castillo San Carlos continúa mágico y radiante como alguna vez fue.