Los dorados más grandes del mundo

Represa, paredón y después…
    
Concordia se ubica frente a un grupo de saltos, donde se construyó la famosa represa de Salto Grande, una de las más importantes de la cuenca del río Uruguay.
    
El dorado es un pez que, para cumplir su ciclo vital, debe subir y bajar los ríos para desovar y lo hacía, hasta que la mano del hombre ubicó en este sector del río uno de sus proyectos más ambiciosos: Salto Grande.
    
A diferencia de lo que se pensaba cuando se llevó a cabo el proyecto, los dorados no suben el río. Si bien se pensaron ascensores para que los peces pasaran de un lado al otro, lo cierto es que cuando el pez siente el peligro, automáticamente frena su recorrido.

Aguas abajo de la represa, hasta un sector denominado Salto Chico, el río se transforma en una inmensa cancha con aguas claras y por momentos calmas que se vuelven rápidas y de gran oxigenación cuando el hombre abre las compuertas. Allí comienza la buena pesca.
    

Tan mística como los dorados
    
La Tortuga Alegre es una de las instituciones más típicas que tiene la ciudad de Concordia. Se trata de un camping a la vera del río Uruguay que cumple la función de centro de operaciones de todos los pescadores que llegan en sus lanchas, gomones y botes a buscar el tigre de los ríos.
    
En nuestro caso, nos estaban esperando Cacho Marcogiuseppe y su hijo, Francisco, dos guías profesionales de esta ciudad, para llevarnos a conocer las bondades de este hermoso río.

Se sabe que, por cuestiones naturales, el dorado llega hasta la presa y se queda allí, desorientado. Por ello se ha establecido una zona de exclusión en donde sólo pescadores autorizados pueden pescarlo con mosca y devolver los ejemplares que obtienen.
    
Así, han salido verdaderos tesoros de más de veinte kilos, pero esto está lamentablemente reservado para algunos privilegiados. Los demás debemos contentarnos con pescar debajo de los mil metros que marca la presa y, ahí sí, tentar nuestro trofeo.
    
Pero dorados hay por todos lados, vale la pena decirlo. Aunque la presencia de los pescadores furtivos uruguayos, quienes a plena luz del día ponen y sacan sus redes, muchas veces dificulta la pesca deportiva.


Un paraíso para el pescador
    
Concordia, al igual que todas las ciudades que se han desarrollado a la vera del río Paraná, cuenta con maravillosos mitos y leyendas acerca de dorados enormes jamás pescados, pero que dejaron huellas de su existencia.
    
En nuestro caso, medio día alcanzó para develar parte del misterio que esconden estas aguas. Obtuvimos tres hermosos dorados, de siete, diez y dos kilos, aproximadamente. Todos fueron devueltos al agua, una vez terminadas las fotografías de rigor, esas con las cuales se contenta el ego propio y el de los amigos. Pero es bueno que el pez vuelva al agua.
    
Lemas como “Pesca y devolución” han comenzado a practicarse para frenar la disminución no sólo de los portes de los peces, sino también de su cantidad.

Y Concordia está escuchando conscientemente estos consejos. La Fiesta Nacional de la Boga, que se practica todos los meses de enero, es un claro ejemplo de esto. Desde hace algunos años llegan a puerto sólo los ejemplares que se necesitan para ganar el torneo, el resto queda en el río para las futuras generaciones.