La idea es visitar Mar de las Pampas, recorrer su bosque, conocer su centro comercial y tratar de entender esta pequeña ciudad.
Pegado a Las Gaviotas se encuentra el balneario de Mar de las Pampas. Ambos forman parte de la localidad de Villa Gesell, aunque en los últimos tiempos sus vecinos han comenzado a exigir, por diversas razones, la autonomía.
En nuestro caso, nos encontrábamos alojados en Las Gaviotas y se nos ocurrió organizar una caminata hasta una de las nuevas ciudades con mar que tiene la provincia de Buenos Aires.
Dicen que en este sitio es posible olvidarse de todo. Mar y bosque en sus dosis justas y con una arquitectura en la que la madera y la piedra le ganan al cemento, la pequeña urbe logra hacernos sentir en la Patagonia.
Si bien Mar de las Pampas es parecida a muchas otras ciudades de la costa atlántica, conserva algunos atributos fundacionales para preservar “la paz” con la que allí se vive, incluso cuando llega el verano y con él, miles de turistas.
“Los celulares no andan en Mar de las Pampas”, cuenta orgulloso un vecino y aunque hoy los aparatos son más modernos y poseen Internet siempre, la ciudad se las ha rebuscado para no instalar antenas repetidoras para que la vorágine de la inmediatez aquí no funcione.
“Mar de las Pampas es, por momentos, un pequeño viaje al pasado, a aquellos tiempos en que nada vibraba y nadie nos ubicaba”, concluye nuestro amigo.
Su centro comercial, sus playas, su parador, sus calles, todo pareciera ser distinto. Es que Mar de las Pampas es la primera ciudad en el país que acogió el slogan de “Vivir sin prisa”.
Los vecinos fundadores y los que se instalaron después dicen preferir ser la tortuga de la fábula antes que la liebre y que así disfrutan mejor las cosas. Basta con recorrer para darnos cuenta de que es verdad. Y que siendo tortugas podemos descubrir cosas impensadas que se nos pasan por alto cuando andamos como liebres.