Caminando desde Las Gaviotas hasta Villa Gesell por el bosque y el mar

Pegada a Las Gaviotas se encuentra la vecina Mar de las Pampas, famosa por sus grandes médanos y por su extenso bosque de pinos que le da al lugar un toque de magia distinto a otros balnearios de la costa atlántica.

Mar de las Pampas es el primer destino en esta caminata. Cualquiera sea el camino que tomemos desde Las Gaviotas, todos nos llevarán a su manera hasta la calle principal de ingreso a la ciudad.

Curva para un lado, una recta y otra curva, a medida que andamos el bosque se hace más espeso y el murmullo de transeúntes afirma que estamos próximos a un centro comercial.

Hemos llegado al centro de Mar de las Pampas, un lugar perfecto para encontrar lo que se busca. Armonizado de manera natural con el entorno, distintos restaurantes, cafés, galerías comerciales y locales se ubican en el medio del bosque sin ofrecer a la vista del turista ningún rasgo de contaminación ni impacto ambiental.

Durante nuestra breve estadía podemos observar que las familias se apropian del lugar de acuerdo a las distintas generaciones. Los más chicos se divierten en los juegos infantiles o en un espacio recreativo donde se lanzan flechas, hay inflables de tamaños increíbles y hasta magos.

Los más grandes encuentran en un diario o revista la paz para leer que no tuvieron durante todo el año, mientras disfrutan de cafés, helados o de un almuerzo entre la belleza del bosque y el mar.

Dejamos la bella Mar de las Pampas y un camino de arena nos deposita en la playa, donde continúa nuestra caminata hasta el muelle de Villa Gesell, que se divisa a lo lejos con brillo por la acción de los mediomundos que suben y bajan una y otra vez los pescadores de turno.

Turistas de todas las edades juegan en la arena y en el agua y muchas parejas o grupos caminan hacia un lado y hacia el otro, tal como decidimos hacer nosotros.

Las sombrillas y las sillas de playa son el único obstáculo que se nos presenta. Si caminamos lo más cerca del mar posible, debemos tener cuidado de no pisar los castillos de arena de los más chicos.

El muelle lentamente se acerca a medida que avanzamos. Nuestros ojos logran observar con lujo de detalles la silueta de los pescadores y hasta podemos afirmar si los mediomundos levantan peces.

Hemos llegado a destino.