Mientras el bote se desliza sobre las coloridas aguas de la ría, aparecen ante la vista colonias de mamíferos y aves marinas que habitan sus agrestes costas.
Cuando visitamos Puerto Deseado, creímos imprescindible embarcarnos en una de las expediciones que surcan la ría Deseado para sorprendernos por la presencia de los animales marinos que la habitan.
Desde el puerto iniciamos la marcha en un semirrígido por las aguas color turquesa de la ría, entre altos paredones de unos 30 metros de altura. A cada paso el guía nos anunciaba qué animales pasaban ante nuestra vista. De golpe, nos pareció curioso ver unas toninas overas que nadaban alrededor del bote sin muestras de sorpresa ante nuestra presencia. Son similares a los delfines pero de color blanco y negro.
El bote fue avanzando con lentitud y nos acercamos a unos acantilados de piedra con una textura muy particular, en los cuales habitan diferentes especies marinas. Seguimos hacia unas barrancas donde vimos cormoranes grises y de cuello negro. El guía dejó derivar el bote con el motor apagado para que escucháramos sus graznidos.
Sorteamos algunos islotes antes de llegar a la isla Larga, hábitat de los lobos marinos de un pelo. Nos detuvimos solo unos instantes para continuar hacia la Isla de los Pájaros, donde estaba previsto desembarcar y disfrutar de una merienda compartida. A pocos metros de nosotros desarrollaban su vida los pingüinos magallánicos y los cormoranes biguá.
Mientras descansábamos, llegó a la orilla un grupo de kayakistas, con quienes hablamos para saber algo de esa hermosa actividad en la zona. “Gracias a lo livianos que son los kayaks, nos permiten internarnos en los angostos canales de la ría y disfrutamos más de cerca de la vida de aves y mamíferos que viven aquí, sin molestarlos”, dijo uno de ellos.
Luego navegamos hacia el cañadón Torcido y la isla Quiroga, donde habitualmente se realiza birdwatching, una actividad que consiste en individualizar las aves del entorno. Así, uno a uno fuimos pasando los prismáticos que nos proveyeron para aprender algo más.
En esa isla conviven entre sí: pingüinos, cormoranes, patos vapor, gaviotas cocineras, palomas antárticas, garzas brujas, patos crestones, gaviotines o ostreros negros. Comparten espacios en común y ciclos de vida similares con cierta armonía.
La charla con nuestro guía nos permitió darnos cuenta de que ese extraño río algún día se secó y dejó ingresar el agua del mar junto a las especies animales. Es una falla geológica de 42 kilómetros de extensión, única en su tipo en Sudamérica.
“La ría Deseado ha sido declarada Reserva Natural Intangible y reúne la mayor biodiversidad de especies marinas de la costa patagónica”, agregó el guía.
Despedimos ese rincón junto a un hermoso huala que al abrir sus alas mostró su colorido plumaje tornasolado. Partimos hacia el puerto de origen tan lentamente como habíamos llegado.
Mientras el bote se deslizaba, pensábamos en algo que nos habían relatado: en el pasado las goletas se paseaban por Puerto Deseado al mando de navegantes como Magallanes o Drake, o llevando a bordo importantes figuras como Darwin. Ya en ese entonces este paraje les pareció “el más pintoresco de la costa oriental patagónica” (Francisco Perito Moreno, 1876).