Visita al Museo de Arqueología de Alta Montaña

El nuevo Museo de Arqueología de Alta Montaña muestra un invalorable hallazgo arqueológico descubierto en las cumbres del volcán Llullaillaco, uno de los escenarios elegidos por la cultura inca para sus ceremonias rituales.

Cuando ingresamos al hall de entrada del nuevo Museo de Arqueología de Alta Montaña (MAAM) fuimos sorprendidos por una multitud que deambulaba en los distintos espacios. Puede entenderse este movimiento en la inauguración de una muestra, pero es inusual a más de dos semanas de haber abierto sus puertas.

El edificio pertenecía al Consejo de Educación salteño. Refaccionado y acondicionado para su nuevo fin, cuenta con 6 salas permanentes, 3 espacios temporales, las salas científicas, un auditorio y un café. El diseño está pensado desde una visión arquitectónica moderna pero conserva en su estructura distintos rasgos simbólicos de los incas.

Para conocer mejor este importante proyecto cultural y científico, antes de recorrer las salas, decidimos conversar con el museólogo y director del MAAM, el Lic. Gabriel Miremont. Gabriel, que había presentado su propuesta del museo al gobierno de Salta, nos explicó el hallazgo arqueológico y sus dimensiones. Y, después de una entretenida charla, nos ofició de guía en nuestro recorrido por las salas.

  • Acercarse al mundo andino

    Acercarse al mundo andino

  • Comprender el universo Inca y sus costumbres

    Comprender el universo Inca y sus costumbres

  • Un asombroso descubrimiento

    Un asombroso descubrimiento

  • Un Museo educativo, científico y profundamente humano

    Un Museo educativo, científico y profundamente humano


Los niños dormidos de Llullaillaco

El volcán Llullaillaco preservaba en sus nevadas cumbres, a 6700 metros sobre el nivel del mar, tres niños incas, protagonistas de la capacocha, ceremonia en la que eran ofrendados para intermediar entre el pueblo y los dioses.

Al igual que otros santuarios andinos, siempre situados a 5.000 ó 6.000 metros de altura, el enterratorio de Llullaillaco había logrado escapar a la destrucción de las campañas conquistadoras.

En 1999, un grupo de científicos norteamericanos, argentinos y peruanos, encabezado por el investigador Dr. Johan Reinhard, realizó la expedición al volcán y descubrió el santuario.

Por un instante, imagino la sensación de encontrar este templo intacto desde hace más de 500 años y hallar en él tres niños dormidos.

“Aparecen preservados mejor que cualquier momia que haya visto”, declaró Reinhard a la National Geographic, que financió parte del proyecto, y publicó en su edición digital: “enterrados a un metro y medio bajo roca y tierra, los cuerpos permanecieron congelados después de ser colocados allí hace unos 500 años, y guardan la apariencia de estar recién enterrados".

Esta conservación sin precedentes se debe a las condiciones de sequedad del aire y las bajas temperaturas, que permitieron encontrar los fardos funerarios y las ofrendas tal cual habían sido dispuestas en la ceremonia religiosa.

Cuesta creerle a Gabriel cuando enfatiza que el estado de congelamiento les ha permitido mantener la contextura muscular. “Todos los órganos internos están intactos como si hubiesen muerto recientemente” destacó y agregó que ninguno de los niños presenta traumatismos, lo que hace desconocer la causa de su muerte.

Gracias a los estudios de ADN, se determinó la edad exacta de los niños: la doncella de 15 años, una niña de 6, que fue dañada por un rayo, y otro niño de 7 años.


El ajuar

Uno de los estudiantes de arqueología salteño que participó en la excavación ayudó a extraer el ajuar de uno de los niños ofrendado a la “huaca” (ídolo) y la pachamama.

En su relato a los medios locales, expresaba: “eran artefactos bellos, cerámicas con preciosa decoración, ‘chuspa’ (bolsitas de hilo), cintillos, y el niño envuelto en la "lliclla" (tejido fino de vicuña) que estaba como un pequeño poncho doblado en cuatro, desde los hombros hasta la rodilla...todo como si hubiera estado desde ayer".

Estos objetos son parte de las 140 piezas del ajuar de los niños que hoy se exhiben en el museo. Las esterillas, los tejidos de lana de camélidos, los platos ceremoniales entre otros elementos son símbolos distintivos. La “yacoya” o tocado de plumas blancas que llevaba puesto la doncella y los tupos (engarce de los ponchos) son representativos del universo femenino, mientras que las hondas y las conchas marinas entre otros adornos hacen referencia a lo masculino. De igual modo el unkus es una de las piezas más preciadas del MAAM y, según Gabriel, sólo se han hallado tres en el mundo. Esta túnica o camisa sin mangas la llevaban puesta los hombres y el hilo que pende en el cuello significa que su uso era únicamente ritual. La complejidad del diseño, basado en el 4 como número mágico, y la riqueza de los colores denotan la alta jerarquía de su dueño.

A medida que caminábamos por la exposición, escuchando composiciones ejecutadas por la orquesta sinfónica de Salta con instrumentos precolombinos, trataba de comprender mejor la cultura inka.

Cuando accedimos a la quinta sala, donde figuran las fotos de los chicos, cierto recogimiento me hizo enmudecer.

El mayor desafío del MAAM es despertar el interés de todos sus visitantes por aprender, respetar y valorar la riqueza de la cultura andina.

Autor Karina Jozami Fotografo Pablo Etchevers

Contacto de la excursión o paseo


Museo de Arqueología de Alta Montaña

Mitre 77, Salta, Salta, Agentina

Teléfono Teléfono: +54 387-4370592

Tipo de tourTipo de tour: Museo regional
HorarioHorario: De martes a domingo de 9 a 13 y de 16 a 21. Lunes cerrado
Organiza tu viaje con: interpatagonia.com | welcomeuruguay.com | welcomechile.com