Es la alternativa ideal cuando los días de playa no acompañan. El lugar es un verdadero tesoro conocido perfectamente por los pobladores de la zona.
A minutos de Mar de Ajó se encuentra un paraíso del pescador deportivo: La Salada Grande de Madariaga. Disfrutar de un día de pesca embarcados sobre una de las mejores lagunas para el pejerrey de la provincia de Buenos Aires es posible tanto en verano como en invierno.
La laguna toma su nombre de la alta salinidad de sus aguas y de su inmensidad: de ahí el nombre de Salada Grande y de Madariaga, por encontrarse dentro de este partido gauchesco.
Su particular entrada deja ver un lugar en el que la prolijidad está a la orden del día. El parque se encuentra cortado a la perfección, grandes árboles y plantas aportan su sombra y oxígeno. Por si faltase algo, un hermoso quincho de madera invita al descanso de pescadores y visitantes, tanto antes del abordaje de los botes como luego, para en un alto clima de camaradería saber cómo estuvo la pesca en general.
Reserva de flora y fauna
Desde el camino de ripio con el que se accede a la laguna, varios carteles invitan a que los visitantes sientan que el lugar les pertenece y, en consecuencia, se comporten adecuadamente.
Es que no estamos ante cualquier lugar, nos encontramos ante una de las más hermosas y naturales reservas de flora y fauna de la provincia de Buenos Aires, donde aves de todo tipo, a las que se suman nutrias y carpinchos, pueden divisarse por la costa que rodea el espejo.
Durante el invierno, y también durante la primavera, los fanáticos de la pesca del pejerrey encuentran en esta laguna la posibilidad real de dar con los mejores ejemplares que tiene la especie, tanto en tamaño como en peso.
En el mes de mayo, si las condiciones naturales y climáticas son favorables, en la laguna se lleva a cabo el Concurso del Pejerrey de Oro, que premia el pez de mayor tamaño y que reúne todos los años cientos de botes y lanchas que pueblan la laguna. El premio es un kilo de oro, nada más ni nada menos.
Si bien los pejerreyes que se pescan no son muchos, su calidad es destacable. En el espejo abundan las plantas acuáticas, y en especial la gambarrusa, que sirve de nido a este pez.
A su vez, las grandes paredes de juncales que rodean las aguas garantizan la presencia de pejerreyes adultos, algo que en otras lagunas es imposible pensar, ya sea por la alta presión de pescadores o por la pesca comercial furtiva que muchas veces tiene sus socios en las autoridades provinciales y/o municipales.
En la Salada Grande, por el contrario, hay pejerreyes para todos: desde los que buscan su récord, hasta los cientos de pescadores de la zona que esperan la llegada de los primeros fríos para hacer debutar a sus más pequeños en el fascinante mundo de la pesca del pejerrey.
En verano todo cambia
Durante los meses de verano, el panorama cambia. A la tranquilidad de la pesca se le suman otras actividades deportivas como el windsurf y el kite surf, aunque la pesca de pejerreyes a primera hora del día sigue dando sus frutos.
Además, todo tipo de aves y otras especies animales ya mucho más activas por el calor, como nutrias, carpinchos, patos, cisnes de cuello negro y hasta algún flamenco rosado, pueden ser fotografiadas por cualquier cámara que se encuentre en la laguna. Pero con el calor la pesca cambia, y ahora el pez más codiciado pasa a ser la tararira o tarucha, como la llaman los lugareños.
Quizá por ello, cuando alguna tormenta azota la costa, muchos se acercan hasta aquí para pescar. Bagres, dentudos, mojarras y hasta viejas del agua son moneda de corriente, por lo que la diversión para todos los pescadores está asegurada.