Buceo en Isla de las Gallinas

Destreza y vida en la naturaleza se unen bajo las aguas del lago Nahuel Huapi mientras se exploran sus enigmáticos confines y se miden las propias fuerzas. El encuentro es en el centro de operaciones de buceo de Bariloche.

Como aficionados de este deporte, hacia allí fuimos para probar los equipos, ver videos de la actividad y enterarnos de sabrosas experiencias profesionales y amateur. Al rato de llegar, nos dirigimos a la orilla del lago y nuestros instructores prepararon el material para embarcar hacia la Isla de las Gallinas, que se ubica a dos kilómetros de la costa.

En tan solo 30 minutos arribamos a una pared de roca donde la embarcación amarró, en una zona reparada de los vientos que permite bucear aun durante los días de mucho oleaje.

Sin apuro, nuestros instructores nos dieron las pautas básicas para el uso de los tanques de inmersión. La temperatura rondaba los 10 grados, la visibilidad era de unos 22 metros y la transparencia del agua permitía combinar los maravillosos paisajes terrestres con los acuáticos.

Antes de sumergirnos, recordábamos algunas leyendas y cuentos fantásticos del lago y nuestro imaginación nos llevó a pensar que encontraríamos algún personaje mitológico en las profundidades, sin descartar alguna trucha o salmón que paseara entre nosotros como parte de la fiesta de la que estábamos participando.

“En esta zona de montaña se practica buceo de altura, ya que el espejo de agua del Nahuel Huapi está a 765 m.s.n.m. Las tablas se modifican un 10% más en cada profundidad para un mayor margen de seguridad. Es decir que un buceo de 30 metros se planifica como uno de 33 metros”, nos dijo Juan.

Los primeros pasos los hicimos por una playa de arena poco profunda y descendimos luego por una pared de roca tallada que cae unos 30 metros, donde acceden únicamente los más experimentados buceadores.

Nuestros trajes especiales y patas de rana permitieron que nos sumergiéramos unos 15 metros, donde nos sorprendió la presencia de una góndola similar al teleférico del centro de esquí. Fue un momento muy divertido e inesperado y hasta nos sacaron fotos con sus cámaras especiales.

Más adelante, encontramos una silueta tallada en madera de Neptuno, dios del mar. La figura tiene más de 3 metros de altura, más de 2 toneladas de peso y para fondearla debieron agregarle 300 kilogramos de peso.

Cada uno de los movimientos era lento, estudiado y con consignas prefijadas. Hicimos una parada para disfrutar de ese parque subacuático mientras los rayos de luz ingresaban a través del movimiento del agua logrando efectos lumínicos fantásticos.

Salimos a la superficie sobre la isla, donde descansamos y luego de realizar una caminata compartimos un alegre almuerzo en un espacio destinado únicamente a los buceadores, ya que no forma parte de ninguna otra excursión turística.

Supimos que puede realizarse otra salida de buceo muy interesante en la isla Victoria, en un sitio conocido como El Naufragio San Miguel. Se visita un barco sumergido por fuera y por dentro y es para buzos más avanzados.

El segundo buceo fue de menor profundidad por el canal de las percas, muy cercano a Neptuno. Cuando salimos del agua, hubo un nuevo descanso para adaptarse al cambio de superficie mientras los cerros se reflejaban sobre el lago, la tarde llegaba a su fin y se había cumplido nuestro deseo de bucear en el Nahuel Huapi.