Por la Casa Museo Carlos Gardel

La puerta que se abre en Jean Jaures al 735 no es cualquier puerta. Para los admiradores, es el umbral que hay que atravesar para conocer la casa del mismísimo Zorzal de Buenos Aires. Para los que no conocen o quieren conocer un poco más del tango, es la entrada ideal a este mundo histórico y vivo que dejó su marca en la ciudad de Buenos Aires.


Cada día canta mejor

No podía ser de otra forma: apenas traspasado el zaguán de esta tardicional casa, lo primero que escuchamos fue la voz del propio Gardel, que desde un parlante nos acompañó durante toda la visita.

Con la folletería bien diseñada en mano, emprendimos emocionados la vuelta por los pisos por los que alguna vez caminó Charles Romuald Gardés (según testamento de puño y letra del propio Gardel, este era su verdadero nombre) junto con su madre Berta y los amigos con los que siempre se rodeaba.

La casa que estábamos recorriendo tiene una larga historia. Fue comprada en 1927 por Gardel para su madre y él la ocupó junto con ella hasta 1933, año en el que, después de su última estadía en Buenos Aires, emprendió viaje hacia Nueva York, a donde había sido convocado para actuar en la NBC (National Broadcasting Company).

El éxito de sus presentaciones prolongó su estadía y llevó a que filmara una serie de sus más recordadas películas (entre ellas, El día que me quieras y Mi Buenos Aires querido) y también a una gira por diferentes países latinoamericanos que resultó en el trágico accidente de Medellín, el 24 de junio de 1935, en el que perdió la vida.


El destino de la casa

Doña Berta Gardés siguió ocupando la casa junto con su amiga Anais Beaux y su esposo y cuando ella murió, en 1943, la casa pasó a manos del último representante de Gardel. Asociada para siempre a la memoria del Zorzal de Buenos Aires, en la década del ’70 funcionó en ella la famosa tanguería La Casa de Carlos Gardel.

Finalmente, el 4 de marzo de 2003 el gobierno de la ciudad de Buenos Aires inauguró este museo completamente restaurado y dedicado a preservar y difundir la memoria del que sin duda es el más reconocido y querido músico popular argentino.

La casa que compró Gardel tenía una distribución típica de su momento y que hoy ha pasado a ser tradicional: en el centro cuenta con un gran patio al que desembocan todas las habitaciones. A su vez, las habitaciones se comunican y encadenan entre sí.

En el museo encontramos distintos objetos relacionados con la vida y obra de Carlos Gardel: desde discos, fotografías e instrumentos musicales hasta mobiliario y obras de arte modernas que celebran al gran ídolo.

Resultan particularmente interesantes el baño, la cocina y el cuarto de planchado al fondo de la casa, que se encuentran en su estado original y exhiben distintos objetos típicos de la vida cotidiana que se llevaba en la década del ’20.

Para terminar, el museo cuenta con una sala de exposiciones temporarias en la que se llevan a cabo muestras relacionadas con la carrera artística de Gardel y el devenir de la música que él terminó por representar.

Dejamos este museo contentos tras haber hecho una visita a nuestro amigo Gardel.