Por una maqueta gigante se pueden recorrer las calles de Jerusalén, descubriendo paso a paso distintas culturas. Allí parece que cristianos, judíos, romanos y árabes convivieron intercambiando sus costumbres.
Si se decide por hacer el paseo al atardecer, el parque encenderá una serie de sistemas de iluminación que le dará un toque aún más místico al recorrido.
Construido en un predio mayor a las siete hectáreas en la ciudad de Buenos Aires, la ambientación es arquitectónicamente perfecta. Esculturas de personajes de época y animales moldeados con lujo de detalles en una escala real animan en todo momento el predio a recorrer.
Además, la gran cantidad de personal que trabaja en el parque, todos vestidos con atuendos típicos de la época, hacen sentir al visitante como si lo hubieran transportado en el túnel del tiempo, dejándolo atrás, hace unos 2000 años.