La reserva natural que allí se aloja permite conocer un grupo de mamíferos marinos que viven en esas playas y acantilados durante todo el año.
Desde Comodoro Rivadavia realizamos en nuestro automóvil el corto trayecto que une ambas localidades por un camino de ripio consolidado. Desde el centro de Rada Tilly nos acercamos a la meseta agreste que cierra la población por el sudeste. El accidente geográfico ingresa al mar unos dos kilómetros y medio aproximadamente y es el punto más notorio del golfo de San Jorge.
El acantilado se ha ido desmoronando a lo largo de los años dado que el mar pega con mucha fuerza y se suma a vientos intensos y escasas lluvias, es por eso que debimos caminar únicamente por sectores habilitados.
Al acceder a la reserva, encontramos un centro de interpretación y varios miradores con puntos panorámicos espectaculares. Como no era temporada alta, no pudimos optar por una visita guiada y nos contentamos con el recorrido en medio de un viento fuerte que hacía que nuestras palabras se perdieran en el aire. El lugar desértico y la falta de gente nos permitieron ver un zorro, varias lagartijas y algunas aves acuáticas que anidaban en la costa.
Nos quedamos un rato largo en esa misma terraza para admirar la fuerza del mar, el horizonte infinito y el vuelo de las gaviotas. Apreciamos con claridad Comodoro Rivadavia y Villa Rada Tilly, junto a sus extensas playas.
Como amantes de la naturaleza, Punta del Marqués significó para nuestra familia un momento de tranquilidad y reconocimiento de esta inmensa e inhóspita región sureña.