En sus salas de exposición se unificaron colecciones arqueológicas, palentológicas y educativas a fin de conservar, rescatar y valorar la historia y la cultura regionales.
Entusiasmados por conocer las raíces de esta zona patagónica, fuimos a conocerlo. Conducidos por una amable guía, comenzamos el recorrido por el área de paleontología, que en sus vitrinas alberga restos fósiles marinos y terrestres de los seres que algún día poblaron la Tierra. Un enorme mural en el que se observan las eras geológicas muestra la evolución del sistema ambiental.
La siguiente sala está dedicada a la arqueología y la etnohistoria e ilustra la vida de los grupos aborígenes que habitaron este suelo desde hace más de 13.000 años y hasta el siglo XVI. Algunos elementos líticos hallados dan fe de las acciones de caza y recolección que esos grupos realizaban para su subsistencia.
Cueva de los Felinos
Aún nos faltaba ver lo más impactante del museo: una réplica a escala de una formación rocosa que se encuentra en la meseta central de la provincia de Santa Cruz, que se conoce con el nombre de Cueva de los Felinos. La sensación de realidad asombra y si bien su tamaño difiere del original, permite tener una idea clara de lo que los “pintores” de la prehistoria nos legaron.
En las paredes se plasmaron distintos dibujos que se repiten, de los cuales los más significativos son las siluetas de cuatro felinos; según su forma y colores, parecieran ser yaguaretés.
Para conocer la caverna original hay que dirigirse a Gobernador Gregores, realizar 180 kilómetros y alcanzar el Cañadón de las Cuevas. Dado que se nos hacía imposible llegar hasta allí, disfrutamos de esta reproducción muy bien lograda que nos permitió viajar con la imaginación en el tiempo y el espacio.
Dejamos el balneario de Rada Tilly llevando con nosotros un enorme bagaje de buena onda y material informativo provechoso que nos proveyó el personal del museo.