Un paseo por el centro de la ciudad de El Calafate en busca de las mejores alternativas para llevarnos un recuerdo de esta hermosa ciudad a nuestra casa. Una tarde de compras que culmina con la opción más dulce.
A la hora de elegir un buen recuerdo de El Calafate, las ofertas son muchas, pero hay que saber dónde y qué comprar para no llevarnos un producto que no sea local. Ya que los hay, y muchos. Si bien suena como una tarea difícil, no es imposible.
Luego de la siesta, salimos a caminar por el centro de la ciudad. Los locales volvían a abrir sus puertas ofreciendo sus tesoros y nosotros estábamos ansiosos por conocerlos.
Sin duda, los mejores tejidos los encontramos en Andino Patagónica. Al entrar a la completísima tienda, encontramos parkas y ponchos de pura lana de oveja, hilados a mano y tejidos en telar, teñidos con procesos naturales a base de yerba, remolacha o calafate. Hay productos para todos los gustos y tamaños, combinan la calidez artesanal con los diseños rústicos, todo a muy buen precio
Salimos de la tienda para seguir nuestro recorrido, aún había mucho por ver. Las calles de la ciudad estaban llenas de vida.
Entramos a Pueblo Indio para comprar algo decorativo. Los colores vivos del local enmarcaban a la perfección los artículos que ofrecía, un toque étnico ideal para las hermosas láminas con motivos mapuches, tehuelches y del Noroeste argentino.
Había tantas cosas lindas que no podíamos elegir qué llevarnos. Pero si hay algo que caracteriza a El Calafate, son los sabores. Así que al salir, nos fuimos derecho para Tatela.
Al entrar a la tienda, el aroma dulce combinado con el olor a madera se impregnó en nuestros sentidos. Las esculturas en madera nativa, los licores, y dulces de calafate y ruibarbo llevan el sello de la Patagonia austral.
Luego de una interesante tarde de compras, fuimos a Laguna Negra para terminar la jornada de la manera más dulce. Hay opciones para todos los gustos, ideal para golosos. Pedimos una taza de chocolate caliente y la acompañamos con una deliciosa porción de torta.
Nos fuimos a la cabaña satisfechos con las compras hechas, guardando nuestros nuevas compras con cariño. Ya se acercaba el momento de volver a casa y siempre es lindo tener un pedacito de El Calafate sobre una repisa y poder mirarlo cuando extrañamos esta hermosa ciudad.