La idea es caminar y emprender un salida de un día entero a la ciudad más cercana. Villa Gesell nos espera con una cantidad de atractivos increíbles, los nuevos y los de siempre
Los que visitan Mar de las Pampas tienen la oportunidad de “hacer ciudad” por un día y para ello hay que caminar hasta la famosa Villa Gesell.
Partiendo desde Mar Azul, Las Gaviotas o en este caso Mar de las Pampas, para llegar hasta la ciudad de Villa Gesell hay que caminar hasta buscar la calle principal y empezar a alejarse del bosque en busca del cemento, aunque siempre esté el mar a simple vista. Estos balnearios solían tener límites establecidos, pero se fueron borrando a medida que la zona se empezó a edificar y en consecuencia a poblar.
Hoy Mar Azul, Las Gaviotas y Mar de las Pampas forman parte de un mismo atractivo turístico que podría definirse como “el bosque junto al mar” y allí mismo se suceden distintas alternativas de alojamiento, como ser cabañas, aparts y complejos turísticos que lo tienen absolutamente todo.
Luego de dejar Mar de las Pampas, se llega a la “zona de camping”. Allí, varios emprendimientos turísticos priorizan la vida al aire libre en carpa o casa rodante a metros de la playa y del mar bramador. Para que el confort sea completo, las zonas de acampe cuentan con fogón y mesas, servicios sanitarios, espacio para estacionar el auto y quinchos comunitarios para los días de lluvia. También se han instalado cabañas y dormis como opción.
Ya llegando al pavimento y caminando por la famosa Av. 3, el circuito se adentra en la parte sur de la Villa y hacia su famoso muelle de pesca, uno de los sitios icónicos durante todo el año. Ubicado en calle 129 y el mar, es el referente para guiarnos.
Desde aquí existen dos opciones para seguir viaje hasta el centro de esta hermosa ciudad. Una es caminar por el mar conociendo los distintos paradores que se van sucediendo. El otro es la avenida principal divisando los puntos más emblemáticos. En nuestro caso, la opción elegida fue la segunda.
El conocido castillo hoy convertido en un pequeño Parque de Diversiones. La inigualable taberna de Don Ramón, uno de los inigualables restaurantes de la villa. Las mejores casas de pastas y pescaderías. Las casas de alfajores que nos van anticipando la llegada al centro. Los videojuegos, que aunque pase el tiempo y hoy todo quepa en un celular, siguen siendo punto de atracción y encuentro de varias generaciones e incluso de muchas que van a venir. Los Churros del Topo a los que se suman los panqueques de Carlitos nos van adentrando en la filosofía de vida del gesellino y del turista que todos los años disfruta de esta ciudad increíble.
Y seguimos caminando. Ya en el centro, nuestros ojos se pierden en cafés, en restaurantes que prometen paellas majestuosas o en el Museo y Archivo Municipal, que nos cuenta la historia del surgimiento de Villa Gesell y de Carlos Gesell, como el padre de toda esta singular historia.
Dejando atrás la ciudad, y casi llegando a la ruta interbalnearia 11, nos encontramos con una gran cantidad de boliches nocturnos que durante la temporada de verano se llenan de adolescentes que van en busca de aventuras y de diversión.
Un poco más afuera de todo esto, y casi en una de las entradas de la ciudad se encuentra el celebrado “tótem” que para algunos simboliza la llegada de distintas colectividades a la villa y que aún hoy, otros no entienden el por qué de su presencia.
Lo cierto es que Villa Gesell tiene todo para que el visitante la disfrute y hasta un colectivo de línea propio llamado “el Querandí” para volver hasta Mar de las Pampas, Las Gaviotas o Mar Azul si estamos cansados y no queremos emprender la vuelta caminando.