Un nuevo emprendimiento turístico brinda la posibilidad de recorrer distintos puntos de la provincia, entre ellos los Caminos del Vino, a bordo de la vieja ranita de Citroën. Ideal para nostálgicos.
La historia del “Coche Rana”, como se bautizó popularmente el antiguo Citroën 3CV, remite a la creación en el año 1934 de este vehículo cuyo fin era que los pequeños productores franceses pudiesen mover de un lugar al otro sus productos por caminos que hoy serían poco recomendados.
A casi 80 años de esa inolvidable creación, es posible recorrer los Caminos del Vino y las Bodegas a bordo de una pequeña flota de estos singulares autos gracias a un nuevo emprendimiento del empresario mendocino Ramiro Marquesini.
La idea surgió para que la oferta vitivinícola de Mendoza tuviese un atractivo turístico más. Además de haber visto su emprendimiento materializado en los medios más importantes del país, los llamados y mails de turistas que quieren vivir la experiencia han hecho que en poco tiempo surgiera la necesidad de aumentar la flota de cinco autos.
La empresa, bautizada Slowkar, es hoy un orgullo para la ciudad de Mendoza, que todos los días con distintos visitantes a bordo los ve pasar por sus calles con destino a las bodegas de la provincia.
Recorrer Mendoza en estos autos es un lujo que pueden permitirse solo aquellos que logren desprenderse de nuestra adicción al confort total y tengan el coraje de pasear sin apuros con un rumbo fijado a medias.
Estos Citroën están llenos de historias, desbordan diseño (ya que fueron rediseñados para dicha empresa) y prácticamente no gastan combustible, por lo que resultan más que ideales para lanzarse a la aventura.
Los recorridos para conocer Mendoza de esta forma son tres y simplifican en ellos los destinos principales de la cuna del vino en Argentina.
Bodegas y viñedos
Este tour requiere armar de antemano un buen picnic. Agua fresca, quesos y pan… Los vinos se van incorporando al andar, luego de recorrer las bodegas elegidas por los visitantes.
Bodegas grandes, chicas. Todas. Lo mejor es el camino. Conocer a los protagonistas de cada proyecto vitivinícola. Compartir sus secretos, su formula mágica y llevarse a través de una botella o simplemente degustando una copa un pedazo de sus vidas y de sus sueños.
En gran parte de estos tours la diversión se encuentra en los “stops”, ya que además de refrescarse, comer algo rápido a media mañana, sacar fotos o respirar el silencio en los viñedos, los visitantes van ganando confianza y empiezan a pensar en la próximo parada o bodega a alcanzar.
De noche, Mendoza es perfecta, tanto por su amplitud térmica, que incide en la madurez de las uvas, como para proyectar alguna salida nocturna por los distintos atractivos que posee la ciudad.
Después de un día de sol, la calle Aristides Villanueva, llena de bares, restaurantes y gente de todas las nacionalidades se ha convertido en una parada obligatoria. Como también subir el Cerro de la Gloria, llegar hasta el Parque General San Martín y mirar la ciudad cuando duerme.
La montaña es el último de los tours pensados para el visitante. Cobijados por la propia cordillera de los Andes, camino hacia el famoso cerro Aconcagua, surge una innumerable cantidad de opciones para recorrer a bordo de estos singulares autos.
Por todo esto, la experiencia de pasear en estos autos es una gran aventura. ¿Quién no tuvo un 3CV? ¿Quién no quiso tenerlo o subirse a uno algún día? Pertenecer a un exclusivo grupo de gente loca es posible. Loca por vivir cosas simples. Y cualquiera, durante su estadía en Mendoza, puede formar parte de este grupo de aventureros a los que los habitantes locales ya llaman “los locos de los Citroën”.