Imposible dejar de visitar este lugar durante nuestra estadía en Puerto Iguazú. La casa de los pájaros es una de las mejores opciones creadas por el hombre para acercarse a la naturaleza.
Apenas llega el visitante a Güirá Oga, se le aclara en forma inmediata con folletos o bien por quien hace de guía que el lugar es distinto a todo. Se trata de un centro de rescate, rehabilitación y recría de fauna silvestre.
La idea de rescatar, recuperar y reintroducir ejemplares que llegan a este lugar, ya sea por estar accidentados, decomisados o haber sido cedidos por particulares arrepentidos, es la forma en que la fauna de la provincia llegó hasta este lugar de Puerto Iguazú.
Basta con recorrer las instalaciones para darnos cuenta no solo del amor que se tiene aquí por los animales, sino también de la madurez y el criterio con los que se habla del tema.
No siempre, y esto lo aprendimos durante nuestro recorrido, los animales se reinsertan en su ecosistema, principal objetivo del lugar. Muchas veces el animal pierde parte de sus facultades y no se encuentra como para volver a ser libre, lo que lo convertiría en una presa fácil si se lo deja en la libertad de la selva.
El Centro Güirá Oga se encuentra emplazado en un predio de 19 hectáreas, al que se denomina “paisaje protegido” bajo el nombre de Andrés Giai, en homenaje al reconocido naturalista.
El lugar posee una interesante y centenaria cobertura vegetal, con árboles de hasta 30 metros de alto. Se han identificado cerca de 40 especies diferentes, con alrededor de 50 tipos de mariposas que sobrevuelan constantemente este ambiente selvático.
El recorrido del lugar comienza en un salón de proyección, donde nos adentramos visualmente en territorio misionero y comenzamos a palpitar una inmensidad de especies, las cuales veremos durante el paseo.
A bordo de un vehículo preparado para esta aventura, los visitantes van contemplando los distintos animales que alberga el centro. Entre estos se destacan coatíes, monos, tucanes, pavas de monte, loros y gucamayos, macucos, halcones, águilas y lechuzones, entre tantos otros.
Pero más allá de los animales que se observan, lo que se debe destacar es la maestría que ponen los guías al servicio de cada participante. Cada animal tiene su nombre, su historia y muchas veces una anécdota que lo trajo hasta allí.
En esos detalles radica el cariño que se tiene por cada una de las especies que habitan este parque, ya sea para siempre porque no es posible reinsertarlas a la selva o por tiempo transitorio, hasta que el animal se recupere totalmente para volver a ser libre.
Se trata de un ejemplo claro de trabajo correcto que se sustenta con fondos privados ya que, como ocurre con la mayoría de los buenos proyectos argentinos, no tiene ningún tipo de subsidios ni del Estado nacional ni de las provincias o gobernantes de turno. Quizá sea esa la ventaja para perdurar en el tiempo.
Si no estuviste en Güirá Oga, no conociste Puerto Iguazú.