San Martín de los Andes es una de las ciudades más pintorescas de la Patagonia argentina. Los cerros que la circundan y el extremo del lago Lácar ofrecen balcones desde donde admirar su entorno natural y su arquitectura urbana particular. El mirador Arrayán es uno de los más visitados. En cualquier época del año, desde allí los cambios del bosque, el extenso espejo de agua del lago y el humo de las chimeneas de las casas del pueblo nos aseguran la mejor postal.
Decididos a ascender en nuestro automóvil, tomamos el angosto camino de ripio que lleva a la confitería Arrayán. Dejamos atrás la estructura del que fuera el Hotel Sol de los Andes y a ambos lados del camino se erguían enormes cipreses con su follaje siempre verde. Quedó atrás el sonido de la ruta de 7 lagos y el silencio se hizo sentir alrededor nuestro.
Un kilómetro más adelante, los carteles nos anunciaron el mirador Arrayán. Una pasarela y un balcón de madera muy sólido nos permitieron despegarnos de la vegetación y sentir el viento del oeste, suave pero concreto, sobre la cara. Reapareció entonces el murmullo de la ciudad, la costanera y varias embarcaciones a motor que se deslizaban por la superficie algo crespa del lago.