Museo de Arte Popular José Hernández

Resulta casi paradójico encontrar en el corazón del barrio de Palermo, entre avenidas anchas, embajadas y árboles que proyectan su apacible sombra señorial, un museo dedicado a reunir, coleccionar, documentar, preservar, investigar, exhibir y promover el arte popular. Es el Museo de Arte Popular José Hernández.

El museo apenas se distingue en la vereda de Av. del Libertador: perdida entre una sucesión de casas de principios del siglo XX de estilo europeo, su puerta es una entre otras y son los carteles los que indican dónde debemos entrar.

¿Por qué justamente aquí, en el centro de uno de los barrios más afrancesados y conservadores de la ciudad de Buenos Aires, habría de ubicarse este museo? Pero en seguida nos surgió otra pregunta: ¿por qué no? El museo corresponde a una época en la que los hombres de la ciudad y la cultura se preocuparon por pensar en su país, en lo que era su identidad, y pensaron en el arte popular. No es casualidad que el museo lleve el nombre de José Hernández: un periodista que supo hacer que entrara en su voz la voz del gaucho, del hombre del campo, y con ella toda la tradición. Así es este museo.

¿Qué es el arte popular?

La expresión “arte popular” puede tener diferentes significados. Es el arte del pueblo, pero, ¿quién es el pueblo y por qué su arte ha de ser diferente del arte a secas?

Cuando el proyecto de este museo (tras una serie de esfuerzos individuales que apuntaban, en definitiva, en una dirección similar) finalmente se plasmó hacia la década de 1940, la idea que se planteaba al hablar del “arte popular” era la del arte, esencialmente anónimo, que llevaban a cabo las comunidades relacionadas con el campo, las tradiciones criollas y el quehacer de los indígenas nativos. Arte estrechamente vinculado a la artesanía, es decir, a objetos de finalidad práctica, y a la tradición oral.


Campo y ciudad

El paso del tiempo fue ampliando las perspectivas y pronto muchas personas empezaron a considerar que el arte ciudadano (callejero y arrabalero) también podía englobarse dentro del “arte popular”.

También, avanzado el siglo XX, eso que se llamaba “popular” dejó de ser anónimo.
Lo que importaba ya no era que el objeto viniera del campo o fuera tan antiguo que no se pudiera determinar su origen. El arte popular es aquel que surge y se comprende a partir de tradiciones populares de distinto tipo, ya sea indígenas, arrabaleras o criollas.


El museo, un sueño

La construcción en la que hoy se alberga el museo fue una casa, que en 1938 Félix Bunge donó a la Municipalidad de Buenos Aires. Al principio funcionó allí la Asociación Folklórica Argentina. Con los años, distintas instituciones la ocuparon, siempre con un espíritu abierto al público, hasta que en 1948 abrió por fin sus puertas como el Museo de Motivos Populares Argentinos José Hernández.

La casa cuenta con dos plantas disponibles para visitar. Alberga tanto exhibiciones temporales como una muestra permanente del patrimonio del museo. Subiendo una pequeña escalera, llegamos a la sala en la que está expuesto parte de él: esculturas anónimas del siglo XIX con motivos religiosos, tejidos y ponchos, mates curiosos y elaborados, pavas, elementos prácticos como estribos y cinturones. Todo un despliegue de destreza, tradición y amor por el trabajo manual, detallado, particular.

Atravesando un jardín pintoresco llegamos a una sala trasera, en la que pudimos ver dos de las colecciones más interesantes del museo. Por una lado, una serie de tejidos (en su mayoría ponchos) realizados por miembros de la comunidad mapuche. Por otro, objetos de platería de diferente origen. Estos objetos, de un trabajo exquisito, remiten siempre (por lo menos en teoría) a un uso práctico: desde adornos para la vestimenta, mates y estribos hasta cuchillos.

Amable como el sol que se colaba entre los árboles, esta colección nos recordó que el arte tiene muchas caras y a veces tiene más de una: las caras de todos los que vinieron antes.