Para los amantes de los sabores marinos, el lugar propone una oferta variada, desde una típica paella hasta la adquisición de conservas para llevar a casa.
Como es de esperar en una ciudad edificada a la vera de la costa atlántica, Mar del Plata se caracteriza por su excelente gastronomía marina. El Centro Comercial y Gastronómico del Puerto es un referente en el cual se pueden probar pescados y mariscos en un ambiente típico.
Habíamos previsto una visita a la zona portuaria, donde la presencia de las barcas pesqueras y los lobos marinos forma parte del paisaje. Además, queríamos sumarnos a la gran cantidad de adeptos que conocen y recomiendan sus restaurantes característicos.
Llegamos antes de la hora de almuerzo y con tiempo para dar una vuelta por la famosa banquina de pescadores encerrada por las escolleras Norte y Sur. Encontramos las barcas pintadas de amarillo y rojo amarradas y nos preguntamos cómo se desempeñarían en el mar. Parecían pequeñas, frágiles y hasta antiguas, pero lo cierto es que gracias al trabajo profesional y extenuante de sus tripulantes se obtienen los más ricos mariscos y pescados frescos.
Algunos barcos permanecían cerrados mientras que en otros se realizaban trabajos de mantenimiento. Observamos cómo un artesano tejía una malla de red de pesca que se había roto. A nuestros hijos les llamó la atención cómo los lobos marinos se zambullían desde las cubiertas de los barcos al agua; subían a buscar su alimento y por diversión. Otros se tendían a tomar sol sobre la banquina misma desparramando su cuerpo enorme en una actitud de dueños del lugar. Las gaviotas completaban el escenario y revoloteaban sobre las barcas buscando también su ración.
Dejamos atrás el muelle para dirigirnos hasta la esquina de Martinez de Hoz y 12 de Octubre, donde encontramos las casas de comida. Los locales están dispuestos uno al lado del otro formando un círculo en cuya parte céntrica pudimos estacionar. Desde ese punto, ya se sentía el aroma de la cocina de mar.
Al frente de cada restaurante vimos las cartas con sus especialidades y precios, mientras amables señoritas nos informaban sobre los platos del día y nos invitaban a probar bocados de pescado frito. Algunos de los restaurantes tienen muchos años y son reconocidos por un público que aprecia sus famosas rabas, “cornalitos” o parrilladas de mariscos. Los habitué conocen dónde se ofrecen las porciones más generosas, la mejor atención y frescura de los platos; eligen entre los tradicionales Chichilo, Minipez, El Centollón, Puerto de Palos y otros.
La diferencia en los valores se debe a la diferencia entre ser atendidos por mozos o bajo la modalidad de auto servicio. En ambos casos, las preparaciones están a vista y se puede observar el trajín de los cocineros y parrilleros con los pedidos.
Una vez elegido el restaurante, dimos una vuelta por los mostradores donde densas cortinas de vapores y humos sobre los alimentos que se estaban cocinando prepararon nuestro apetito y paladar. Tomamos nuestras bandejas y desfilamos delante de las distintas especialidades (fritos, al vapor, a la parrilla) para elegir cada uno sus exquisiteces.
Disfrutamos del menú pero también tuvimos ocasión de observar en las mesas vecinas algunos platos que no habíamos tenido en cuenta. Fue entonces cuando decidimos que no bastaba con un almuerzo y que deberíamos seguir probando en una próxima visita al complejo gastronómico. Nos sumamos así a quienes no dejan de visitar el puerto en su paso por Mar del Plata.