El secreto es ubicarse en sectores públicos o apartados de acuerdo al gusto de cada uno. Nadie se molesta ante quienes se quitan su traje de baño.
Apenas a una hora de camino del centro de la ciudad de Mar del Plata se accede al balneario Playa Escondida, un hermoso complejo frente al mar con estilo no tradicional. Allí se viven el sol y los baños de una manera franca, ya que se permite realizar nudismo.
Para los bañistas que adquirieron el hábito de broncearse y meterse en el agua sin ropa, no existen diferencias entre ese estado y estar vestidos. Para nosotros, que llegábamos por primera vez, se nos hizo complejo vencer el pudor y los prejuicios: nos dejamos aconsejar y fuimos avanzando en el ejercicio del desnudismo siguiendo nuestros propios tiempos.
Playa Escondida tiene una extensión bastante generosa y mil recovecos donde un novato puede sentirse más a gusto. En su parte central cuenta con un solarium protegido del viento, pileta de natación y sectores con reposeras para descansar. Al ingresar nos hicieron conocer algunas reglas de sentido común para una mejor convivencia entre los visitantes.
Está claro que cada uno sabe cuándo es el momento apropiado para dejar que el sol entibie la piel sin ninguna vestimenta y cuándo es más cómodo cubrirse. Deambular por los espacios comunes, sentarse a tomar una copa o una comida en el bufet pueden resultar circunstancias en las que uno se sienta mejor con algo de su piel cubierta.
Protegidos por la distancia que existía entre las distintas personas y con cierta timidez, dejamos nuestro cuerpo al aire. Fue muy importante utilizar más protector solar que el habitual en esas zonas de nuestra humanidad menos acostumbradas a los rayos ultravioleta.
Si algo se destaca además en este sector costero es el ambiente agreste que se extiende entre dunas y acantilados, donde los médanos fueron fijados mediante el sembrado de especies vegetales autóctonas. Por estar apartado de los centros turísticos, el paisaje recrea con el canto de los pájaros y el vuelo de las gaviotas cocineras.
Pasamos toda una jornada en el predio y fuimos dándonos cuenta de que la inquietud que nos había causado el ingreso fue disminuyendo y logramos disfrutar de la estadía sin tener en cuenta al resto de los veraneantes.
La Escondida se considera una playa de vestimenta opcional y, quizá para muchos, lo incómodo consiste en estar vestidos. Para nosotros, sentir las olas sobre el cuerpo desnudo fue una experiencia enriquecedora, de libertad y no de exhibicionismo.