Rincón escondido de Recoleta, la Biblioteca Nacional no solo alberga el tesoro cultural de los argentinos, sino que también es un lugar ideal para pasear, tomar un café y, por supuesto, leer un libro.
Como si fuera una especie de frontera verde, una de sus caras mira hacia la avenida Las Heras (urbana, transitada). La otra se abre sobre las plazas de Recoleta. Se la puede ver a la distancia: la Biblioteca Nacional es un edificio claramente reconocible e intrigante. Fuimos a conocerlo un poco más.
Aires de lectura
Ubicada en el predio que antes había ocupado la residencia presidencial en la que convivieron Juan Domingo Perón y Eva Duarte, la Biblioteca Nacional no se reduce tan solo al imponente edificio que hoy la alberga, sino que proyecta su sombra y su influencia sobre un gran espacio verde que la rodea.
Para acceder a ella desde la Av. Las Heras, se debe atravesar el Jardín de Lectura, pacífica plazoleta con fuente de agua, bancos y senderos. Ascendemos por su estructura de concreto y en la planta baja se encuentra la entrada. Pero si antes de internarnos en los libros queremos pasear un poco más, hacia el otro lado encontramos una escultura dedicada a Juan Pablo II, una barranca verde que se abre sobre las plazas de Recoleta y, más abajo, un monumento a Eva Duarte de Perón.
El país y los libros
El antecesor directo de la Biblioteca Nacional fue la Biblioteca Pública de Buenos Aires, fundada por la Primera Junta de Gobierno el 13 de septiembre de 1810. Impulsada fundamentalmente por Mariano Moreno, formaba parte integral del proyecto ilustrado de generar un cambio profundo en la sociedad a partir del acceso al conocimiento. Su primera sede estuvo en la Manzana de las Luces, en la intersección de las calles Moreno y Perú.
La institución de transformó en la actual Biblioteca Nacional en los años `80 del siglo XIX, en consonancia con la reestructuración de las instituciones del país que se llevó a cabo en esa década. Su director de ese momento, Paul Groussac, impulsó la adquisición de un edificio exclusivo en México 564.
Ya en la década del `60 del siglo XX, se vio la necesidad de una nueva sede para la biblioteca y en 1961 se aprobó por concurso el proyecto de los arquitectos Clorindo Testa, Alicia D. Cazzanica y Francisco Bullrich. Sin embargo, el actual edificio, de estilo brutalista, se inauguró recién en 1992, época de una nueva reorganización de la ciudad.
La biblioteca y sus ocupantes
Como se ve, la historia de la biblioteca está profundamente unida a la historia de la Argentina. Cada cambio en el país marca un nuevo cambio en esta institución. La Biblioteca Nacional es una pieza clave para entender cómo el país se proyecta hacia el futuro y cuál es rol que se le da a la cultura.
La lista de quienes ejercieron su dirección incluye los nombres de las figuras más importantes de la cultura argentina: empezando por Marcos Sastre, José Mármol, Vicente Quesada, pasando por Paul Groussac y Jorge Luis Borges.
Pero más allá de su ilustre pasado, lo que realmente hace de la Biblioteca Nacional el centro de la cultura argentina es la actividad que sigue desplegando y todas las personas que la visitan.
Su acción no se limita a preservar y hacer accesible al público un enorme patrimonio bibliográfico, sino que se multiplica en actividades como exposiciones, conferencias, puestas de obras de teatro, proyección de películas, conciertos de música de todo tipo, concursos, cursos de distinta clase. Lo más interesante de la Biblioteca Nacional se descubre al atravesar sus puertas.