Reciben el nombre de Atlántida Argentina los balnearios que van desde San Clemente del Tuyú hasta el faro de Punta Médanos, al sur de la localidad de Mar de Ajó. Aquí el mar adquiere una cierta regularidad en cuanto a sus formas y características: amplias playas de finas arenas y un declive lento de las aguas hasta que logran profundidad.
Quienes pescan de costa saben que a medida que se internan y avanzan en el agua aparece la primera rompiente. Detrás de ésta se encuentra la primera canaleta, la segunda rompiente, la segunda canaleta y así sucesivamente hasta internarse en aguas profundas.
De día, los grandes peces no frecuentan la costa y sólo de noche se acercan a la orilla en busca de alimento: almejas, mejillones, cangrejos o pequeños pecesitos, como cornalitos y anchoítas. Lo hacen en horarios en que los bañistas ya abandonaron el agua y en que el sonido del mar y de las olas vuelve a ser protagonista.
De costa, sin viento y en condiciones óptimas, un pescador experimentado con un equipo apto para lanzar a grandes distancias puede llegar a arrojar su línea de pesca hasta setenta metros, alcanzando de esta manera como máximo la segunda o tercera canaleta, cuya profundidad no supera los dos o tres metros. Pero en general, los peces no se encuentran tan cerca, por lo que los muelles de la costa constituyen la solución al problema de la distancia.
Los muelles tienen forma de "T" y están divididos en dos sectores. En el primero se ubican quienes suben y bajan mediomundos, intentando capturar los peces que se desplazan cerca de los pilotes de los muelles con el objeto de comer los mejillones y las algas allí adheridos. Al final del muelle, donde las aguas toman profundidad, se encuentra un sector exclusivo para los pescadores con caña. Desde allí se puede lanzar más lejos y es posible obtener especies como pejerreyes, pescadillas, corvinas rubias, brótolas, rayas, chuchos, congrios y algún cazón.
El muelle de Mar de Ajó es uno de los que más se interna en el mar. Testigo de esto son los pescadores locales, quienes han obtenido, desde su construcción, grandes cazones y tiburones, en las variedades escalandrún y bacota. Las fotos que se pueden ver en el café del mismo espigón o en las casas de pesca de los alrededores atestiguan las capturas, y dan rienda suelta a las atractivas leyendas urbanas que se escuchan entre los amantes del reel y la caña en los balnearios de toda la Atlántida Argentina.