A lo largo del tiempo, el hombre ha inventado, perfeccionado y practicado diferentes modalidades de pesca. Las primeras tenían que ver con el uso de carnadas vivas que, por el olfato, atraían a los peces que se pretendía capturar. Lentamente, estas carnadas naturales fueron reemplazadas por artificiales. Hoy debemos decidirnos, en cualquier casa de pesca, entre una innumerable gama de señuelos y cucharas de todo tipo, formas y colores. Gracias a estos artificiales surgieron el spinning y el trolling.
El spinning, que se practica de costa y embarcado, consiste en recoger un artificial imitando la natación que realiza un pequeño pez. Si la imitación es correcta, el artificial recibirá seguramente el ataque de alguno de los peces cazadores que habitan el medio.
El trolling consiste en arrastrar un artificial pero desde una embarcación. Aquí es fundamental que el timonel que conduce la embarcación conozca a la perfección los accidentes naturales de ríos y lagos, como ser piedras, veriles y pozones, para lograr el éxito buscado.
La pesca con mosca o fly-cast es otra de las modalidades que más se practican en nuestro país. Exquisita y artística para algunos, refinada para otros, esta modalidad de pesca consiste en lanzar una mosca artificial utilizando para ello únicamente el peso que aporta la línea. Las truchas y salmones que habitan la Patagonia son los trofeos más buscados por la gran cantidad de modelos de moscas que atan miles de fanáticos esperando la temporada de pesca. Además de salmónidos, esta modalidad permite capturar la mayoría de los peces cazadores que habitan nuestro país.
Vale aclarar que no es que una de estas modalidades sea mejor o peor que las otras. Sólo son formas diferentes de lograr el mismo objetivo: pescar.
Y lo más importante, cualquiera sea la modalidad elegida, es que ésta nos permita sentirnos cómodos y confiados. Ese es el primer secreto que nunca debemos olvidar para convertirnos en grandes pescadores.